La de Pontevedra es sin duda una comarca "furancheira". Junto con O Morrazo, el entorno de la capital es uno de los lugares con más presencia de los denominados "furanchos" o "loureiros", establecimientos en los que se sirven vinos y determinadas tapas con el objetivo de que los cosecheros de la zona den salida a los excedentes del vino antes de preparar sus bodegas para la siguiente añada. Esta tradición se había deturpado en los últimos años y el "boom" de los furanchos obligó a la Xunta a elaborar un decreto aprobado en otoño de 2012 para impedir que se convirtiesen en auténticos restaurantes. Además se limitaba su apertura a unos meses determinados.

Más de tres años después, el sector asegura que la situación se ha encauzado. Se ha logrado mantener la tradición (y también el negocio, no lo niegan) y la mayoría de los establecimientos (en torno a un 90%, según explica Guillermo Martínez, presidente de la Federación Provincial de Furanchos) se han registrado, legalizado y cumplen los requisitos establecidos tanto en el citado decreto autonómico como en las ordenanzas específicas que han desarrollado algunos de los ayuntamientos en los que hay una mayor presencia de "loureiros".

Este decreto establece un periodo máximo de apertura de tres meses a lo largo del año y es ahora en primavera cuando se produce una auténtica proliferación de furanchos, durante los meses de abril, mayo y junio. Y es que el 30 de junio está fijado en el calendario de muchos ayuntamientos (incluido el de Pontevedra) como el límite para que estos locales puedan estar operativos. Guillermo Martínez explica que, aunque hay municipios que permiten su apertura ya desde enero, como ocurre en la capital, "durante los meses de invierno hay muy pocos". Hacia el mes de mayo es cuando "ya suelen estar operativos los que tienen un mayor cartel" aunque es verdad que también hay casos en los que ocurre, si es que están muy cerca unos de otros en una misma parroquia, que se turnan para no hacerse sombra.

Los municipios más "furancheiros" de la comarca son aquellos que están integrados en la nueva Denominación Geográfica Protegida que impulsa la Xunta para los vinos que se producen en esta área. De hecho, cuatro de los 14 ayuntamientos que integran el área de influencia de la capital suman el 84% de los furanchos legalizados. Son Pontevedra, Vilaboa, Marín y Poio. Estos cuatro son también los únicos municipios, junto con el de Campo Lameiro (que suma dos furanchos), que han desarrollado una ordenanza específica para regular la actividad de estos establecimientos.

Pontevedra capital cuenta con un total de 21 furanchos en su registro, de los que 19 solicitaron la renovación de la licencia este año (los restantes pueden hacerlo todavía hasta el 30 de junio, cuando todos deberán cerrar). En Vilaboa son 17 los furanchos dados de alta en el registro municipal que también se actualiza cada año y la regulación específica de este municipio establece que podrán abrir un máximo de tres meses entre febrero y el 30 de junio. En Marín son una docena los que están legalizados (algo menos que el pasado año) y allí existe la posibilidad de prorrogar la actividad hasta julio. En Poio son una docena los establecimientos registrados.

Una mención aparte merece Sanxenxo. Este ayuntamiento no tiene ordenanza propia pero es otro de los que también alberga un buen número de furanchos. Aunque el Concello no tiene datos oficiales, el presidente de la Asociación de Furanchos de Sanxenxo y Meaño, Antonio Miniño, explica que son 5 ó 6 los que están registrados pero que hay "unos 14 o 15" a la espera de obtener los correspondientes permisos. Insiste también en que la mayoría de los locales se ajusta al decreto, aunque "siempre puede haber una oveja negra". También existe la "picaresca" al revés, bares que colocan una hoja de loureiro para hacerse pasar por furancho aprovechando que están de moda.

¿Y cómo conseguir llegar a uno de estos furanchos y no perderse en el intento? Esta es la pregunta del millón. El boca a boca es fundamental para estos establecimientos dado que las ordenanzas municipales establecen que no pueden disponer de ningún tipo de indicador y cartel (si lo tiene, probablemente sea una taberna), tan solo una hoja de loureiro en el portal de la entrada. Los de mayor fama son muy conocidos y muy concurridos estos meses de primavera en lugares como Vilaboa y Marcón.

Tapas elegidas en Pontevedra

¿Y la comida? Antiguamente el visitante era quien, muchas veces llevaba la propia comida y el bodeguero ponía el vino y lo cobraba. De esta costumbre ya no queda nada. Luego comenzaron a comercializarse platos y la Xunta tuvo que poner orden. El decreto fija once tapas que pueden ser servidas y cada Concello debe elegir cinco fijas y una opcional. Pontevedra y Vilaboa, por ejemplo, tras hablar con los cosecheron coinciden en ofrecer las mismas tapas: tabla de embutidos-quesos, oreja-chorizos, zorza-raxo, tortilla de patatas y empanada o empanadillas.