-A mayores está la revolución que ha supuesto la tecnología
-Es que la tecnología lo que ha cambiado es a nuestros estudiantes, ha cambiado la manera en que piensan, trabajan y se comunican y la educación es un proceso de comunicación, si ellos se comunican de una manera diferente no podemos seguir educándolos como hemos hecho hasta ahora, eso bastaría ya para entender que hay que cambiar las cosas. La tecnología ha transformado a nuestros alumnos y la buena noticia es que esa misma tecnología nos puede permitir transformar nuestro modelo educativo, porque podía no ser así, podía haberlos transformado otro hecho que no afectase de modo directo a lo que pasa en las aulas y sin embargo tenemos esa fortuna.
-Se habla hace años del uso de tecnología en las aulas y parece que los resultados no mejoran
-Es cierto, porque no se ha utilizado la tecnología hasta ahora para transformar sino para suplementar el modelo tradicional. Si yo hago una clase tradicional, unidireccional, en la que el profesor da la charla a los alumnos sentados en filas y utiliza una pizarra digital eso no transforma nada, es una buena manera de hacer una mala practica docente, suplementa lo anterior y a veces hasta lo justifica, "ya hemos dado el salto tecnológico", no, el salto es usar la tecnología de una manera inteligente dentro de las aulas para que nos permita adecuar el estilo de enseñanza del profesor al estilo y ritmo de aprendizaje de cada alumno. Y eso es el objetivo del educador: ser capaz de hacer personal la educación, sabemos ya por la neurociencia que en cada cerebro el aprendizaje es diferente, algo que los profesores intuían y sabían, no hay dos niños iguales, con lo que no puede haber un estándar educativo con ellos, la tecnología nos permite acercarnos a ese ritmo, a ese estilo y en distintas disciplinas de modo diferente. Es el gran salto cualitativo que nos permite dar y además facilita que el profesor elimine tareas rutinarias que no aportan valor, de modo que pueda emerger de nuevo la figura del maestro, el sherpa que acompaña, el guía, ese rol que nunca debió perder.
