"De ilegal nada", pero casi nadie sabía de su existencia. El periodista pontevedrés José Luis Adrio Poza, nieto del cirujano Celestino Poza Cobas, recuerda que de niño jugaba en el túnel subterráneo que conectaba el antiguo sanatorio de su abuelo, cuyo inmueble aún se conserva en el número 7 de la calle Andrés Muruais, con la vivienda familiar, ya desaparecida justo enfrente. Este pasadizo ha permanecido secreto durante casi 90 años, desde su construcción en el primer tercio del siglo XX, hasta que las obras de saneamiento que se ejecutan desde enero pasado en la calle lo sacaron a la luz. Su presencia, desconocida para el Concello y para miles de pontevedreses, es una de las razones que esgrime el gobierno local para justificar el retraso que acumulan estas obras y que ocasionaron recientemente las quejas de comerciantes y vecinos.
El concejal Raimundo González Carballo explicó ayer los detalles del "hallazgo" y el proceso de ejecución de unas obras que arrancaron tras las navidades con un plazo de dos meses y que ya acumulan casi cuatro. La presencia de roca en el tramo inicial del vial dificultó la excavación en esa zona, y la existencia de arena en el resto hacía imposible abrir las zanjas. Pero el principal obstáculo fue el desconocido túnel, perfectamente acondicionado en su día. Tras la aparición del pasadizo se abrió una "investigación" para saber su origen. En el Archivo Municipal consta que la familia Poza pidió permiso en torno a 1926 para construir un arco sobre la calle (al estilo del de la calle Don Gonzalo) que enlazara el sanatorio y la vivienda, puente que no fue autorizado, por lo que se optó por el pasadizo subterráneo. Aunque en el Concello no consta permiso alguno, José Luis Adrio insiste en que "es legal".
Médico y republicano
Celestino Poza Cobas había nacido en Pontevedra en marzo de 1868 y murió en la misma ciudad en agosto de 1954. Fue maestro, médico y político. Tras una etapa en Filipinas, donde vivió la guerra de 1898, regresó al año siguiente a Pontevedra y en 1902 inauguró el Sanatorio Poza, que contaba con salas de operaciones, radiodiagnóstico, radioterapia y otros adelantos técnicos para la época. El edificio aún se conserva en la que antaño era la Cuesta de la Estación, con el hotel Engracia entre sus inmuebles, ya que enfilaba hacia el centro urbano desde la estación del tren de la actual plaza de Galicia.
Poza Cobas fue una de las cabezas visibles del republicanismo local, lo que provocó que tras el golpe franquista de 1936 fuese detenido y encarcelado, incluso en San Simón. Sus bienes fueron incautados y el sanatorio, saqueado, por lo que desde la década de los años cuarenta quedó en desuso. Y con él, el túnel, que incluso se inundó hasta el punto de que tres décadas después se optó por su sellado, tapiando las puertas de ambos lados, debido a los malos olores y filtraciones que provocaba.
Así ha permanecido hasta ahora, cuando las excavaciones para instalar nuevas tuberías han revelado su existencia. José Luis Adrio se extrañaba ayer de que no hubiera aparecido antes, con ocasión de otras obras en el subsuelo de la calle, y tampoco cuando se ejecutó el actual edificio en el número 6 de Andrés Muruais, tras derribarse la casa familiar.
