"Esto parecen las obras del Escorial, no acaban nunca". Es una de las frases más escuchadas en la calle Andrés Muruais, en pleno centro de la ciudad, en donde se realizan trabajos sobre la red de saneamiento desde enero, hace más de tres meses.

Los vecinos y comerciantes denunciaron ayer en plena calle su hastío con una situación que, aseguran, les está perjudicando, tanto en la calidad de vida de los primeros como en los beneficios de los negocios de los segundos.

Rosa García, propietaria de las tiendas de ropa García Blanco, ambas en Andrés Muruais, cifra las pérdidas de los últimos meses en más de 4.000 euros.

"En nuestro caso, al tener dos establecimientos, hemos sido los más perjudicados, los propios vecinos nos lo dicen", explica.

"Tuvimos que soportar un vallado ante uno de los comercios durante un tiempo. Afortunadamente, nos lo han quitado, pero ahora quedan estas otras vallas", dice, "porque en ese punto no encuentran la avería y hay veces en las que nos entra un olor bestial en la tienda".

"Es difícil hacer un cálculo de lo que podremos haber perdido, pero, sin contar marzo y abril, ya puedo decir que rondará los 4.000 euros, porque por aquí la gente ha dejado de pasar, tanto a pie como en coche", se queja.

En la misma línea se manifiesta Raúl Rivas, de la Joyería Venezuela, que aclara que "lo que pasaba es que se mezclaban las aguas pluviales y fecales".

"En un mes esto debería estar arreglado, no entendemos por qué se está demorando tanto. Mientras, a nosotros nos afecta porque la gente deja de pasar por las calles que se encuentran en obras", dice convencido. "Los primeros días había un olor insoportable", añade.

El comerciante reconoce que fueron varios de la calle los que se pusieron para realizar un escrito y entregarlo en el Concello, para mostrar su malestar por la prolongación en el tiempo de los trabajos.

"Al final no llegamos a llevarlo porque en ese horario todos tenemos que atender nuestros negocios", confiesa.

Aunque son conscientes de que las obras son necesarias, los afectados insisten en que "parecen las del Escorial, porque no acaban nunca; cada día abren en un sitio nuevo", tal y como dice uno de los clientes del kiosko de prensa de la calle.

Marcos Guerra, de la Pulpería Veracruz, también alega pérdidas en este establecimiento hostelero: "La gente procura ir por otras calles y los clientes se quejan de que el ruido es incómodo. Para nosotros, económicamente, esto ha supuesto un bajón".

"Ahora, por lo menos, ya circula el tráfico, pero hubo unos días en los que no se podía pasar. Se suponía que esto era para unas semanas y ya lleva más de tres meses", se lamenta.

Pero si los comerciantes se quejan, los vecinos también expresaron ayer su malestar.

Luis Gómez, un hombre de avanzada edad, aseguraba que había comunicado a un agente de la Policía Local que una de las planchas de metal de seguridad que protegen las obras no les dejaba dormir a causa del ruido que provocaba el paso de los vehículos por encima.

"Dijeron que lo arreglarían hoy (por ayer). Espero que sea así", dice confiado antes de entrar en el portal de su casa.