Un edificio que llegó a ser centro político de la Restauración española, entre cuyas paredes se negociaron los tratados que significaban la sentencia de muerte de España como potencia colonial, languidece en Pontevedra olvidado por las administraciones. El Pazo de Lourizán, la residencia de verano de Eugenio Montero Ríos (abogado, político y presidente del Gobierno en 1905), camina inexorable hacia la ruina sin que nadie, al menos de forma aparente, mueva un dedo para evitarlo.
El histórico inmueble y sus lujosas estancias "versallescas", reformado en el siglo XIX por Montero Ríos, ha tenido incluso que ser vallado y apuntalado en algunas de sus zonas debido al evidente riesgo de desplome. El Comité de personal del Centro de Formación y Experimentación Agrofestal de Lourizán, en el que se encuentra el pazo, ha sido el último en advertir de la alarmante situación de esta joya del patrimonio pontevedrés.
Señalan que la particularidad del inmueble, a caballo entre dos administraciones (dado que su propietario es la Diputación pero quien lo gestiona actualmente es la Xunta de Galicia a través de una cesión) provoca que nadie se acabe preocupando por un edificio en el que cada vez se agravan más los desconchados en sus paredes, frescos y pinturas. Las humedades y las plagas hacen mella en muebles y elementos de madera y algunas de las intervenciones que se han llevado a cabo han sido más bien "desafortunadas", incidiendo más en su "detrimento que en su conservación", según el comité de personal del centro. Inciden en que no se invierte "ni un solo euro" desde hace "muchos años" en la recuperación del inmueble.
Jubilaciones
Explican que la reciente jubilación de la gobernanta, una única persona que se ocupaba del mantenimiento de un edificio de dimensiones palaciegas, no ha venido más que a agravar la ya delicada situación en la que se encontraba el palacio.
Destacan, además, que sobre el edificio y la finca han tenido responsabilidad de gestión partidos de todos los colores políticos y que todos ellos han fracasado en sus planes para recuperar el pazo, dado que ni la Xunta del bipartito (PSOE-BNG) ni el actual gobierno del PP han logrado rescatar a la residencia de Montero Ríos de la ruina. Primero se llegó a anunciar que sería la sede del Parque Natural das Illas Atlánticas, en 2005, pero finalmente dicha sede acabó en Vigo. El gobierno bipartito en la Xunta anunció como compensación para Lourizán la creación en el pazo y en la finca de un gran Centro Medio Ambiental de Galicia. El proyecto también naufragó y más tarde lo hizo también un tercero que pretendía convertirlo en un instituto Meteorológico.
Con la llegada del PP al gobierno de la Xunta, y transferida la gestión del inmueble a la Consellería do Medio Rural, en 2010 el delegado territorial de la Xunta en Pontevedra, José Manuel Cores Tourís, anunciaba que estaba en marcha "en una fase muy incipiente" la anhelada recuperación del edificio y que esta se iba a acometer a lo largo de la legislatura. Cuatro años después, cuando el actual mandato toca ya a su fin, todavía no se atisba en el horizonte una actuación de restauración sólida que permita rescatar el Pazo de Lourizán. Tampoco está definido cuál puede ser el uso de este imponente, aún en su actual estado, edificio.
Peligro de incendio
El comité de la Escuela de Capataces forestales alerta de que "el peligro actual más importante es que cualquier día se produzca un incendio por un cortocircuito y os encontremos con el palacio en llamas como estamos acostumbrados a ver en edificios antiguos de estas características". Inciden en que, si continúa la inacción por parte de las administraciones, "luego vendrán las lamentaciones".
La Diputación, propietaria del inmueble, también aprobó en 2008 una moción para instar a la Xunta a acometer una rehabilitación y restauración integral del palacio. La moción salía adelante con los votos favorables del PP(entonces en el gobierno provincial) y del BNG, cuando el pazo estaba adscrito de la Consellería de Medio Ambiente, entonces en manos del socialista Manuel Vázquez. El hecho de que años después sigan sin conocerse planes concretos para recuperar el edificio indica que el mal estado del edificio fue utilizado como arma arrojadiza en la batalla política entre los distintos partidos, pero nada más.
