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El primer cierre por toxina después de 8 meses amenaza a los mariscadores con el cese laboral

El sector de a pie podría sumarse a la iniciativa del de a flote para acceder a las ayudas de la Seguridad Social del mar -La clausura llega cuando la rula de Campelo marca precios históricos

Los mariscadores recogen sus aperos de trabajo en la playa de A Seca. // Gustavo Santos

El sector del marisqueo de la ría de Pontevedra acaba de sufrir el primer cierre por toxina de 2016 y después de ocho meses sin incidencias, en un año en los que suman también la clausura estacional de parte de los polígonos de la costa poiense por la presencia de coliformes. La medida decretada por el Instituto Tecnolóxico para o Control do Medio Mariño de Galicia (Intecmar) el pasado sábado por la biotoxina lipofílica llega en el peor momento, al encontrarse a la venta la almeja japónica en valores históricos en la rula de Campelo. Mantendrá a más de 800 mariscadoras sin faenar en las playas al menos hasta el próximo lunes, con la sombra sobre sí se sumarán a la petición de cese de actividad que solicitan los de a flote. Además, se cuestiona la efectividad del actual modelo laboral de los autónomos del mar.

Los patrones mayores de las cofradías de Lourizán y Raxó cogen con "naturalidad" este parón. "Tenía que llegar y coincide en la mismas fechas que el cierre del año pasado", señala María del Carmen Vázquez, representante de Lourizán, quien explica que ayer se recogía una segunda muestra que determinará si es definitivo este cierre cautelar. Después de que el último episodio de biotoxina surgiese a mediados del pasado mes de julio, en las cofradías tienen la incertidumbre de cuánto durará esta clausura, tras dos años en los que el sector acumuló muchos días sin poder faenar.

"Por lo menos este cierre nos permitió hacer la campaña de Semana Santa", señala Vázquez. Precisamente el parón llega cuando la almeja japónica estaba alcanzando precios históricos en la lonja de Campelo, cotizando a una media 8,20 euros el kilo en los tres meses de 2016, mejorando los 5,20 del mismo periodo en 2015 o los 4,33 euros de 2014. Hay que remontarse a 2002 para ver precios similares en la ría. La especie que ha sido tradicionalmente considerada la hermana pobre del marisqueo en la ría por su menor cotización, ha superado con creces a sus parientes, la almeja fina y la babosa.

"Si se alcanzan estos precios es porque no hay marisco en las rías", explica la patrona mayor de Lourizán. Las estadísticas de la rula de Campelo apoyan esa afirmación. La almeja fina se vendió durante a estos tres meses a 27,40 euros el kilo (frente a los 20,43 euros del mismo periodo de 2015), mientras que la babosa alcanzaba los 16,40 euros en su única cotización en el mes de marzo (doblando los 8,1 del mismo periodo en 2012). Pero es que el volumen de japónica que se capturó en el primer trimestre de 2016 alcanzó los 69.458 kilos.

La fina, en cambio, dejó de ser la segunda especie en cantidad en Campelo tras ser superada por el choco (6.084 kilos, que se mantiene con respecto a 2015). Se pasaron de recoger 10.335 kilos en los tres primeros meses del año pasado a solo 4.621. Los datos son incluso peores para la variedad babosa, de la que solo se recogieron 167 kilos debido a su alta mortandad víctima del parásito perkinsus, cuya catástrofe imita al de la marteilia con el berberecho, que pasó de ser una de las especies más recogidas a desaparecer de la rula de Campelo en los últimos años.

Autónomos del mar

La alta mortandad de la almeja babosa ha llevado a los mariscadores de a flote a concertar una reunión con el Instituto Social de la Marina para pedir el cese de actividad de los 50 trabajadores de las cofradías de la ría. Una cantidad a las que podrían sumarse las mariscadoras de a pie si el cierre por la presencia de la toxina lipofílica se prolonga en el tiempo. "Al ser el cierre a finales de mes, podríamos pedirla", señalaba Vázquez, no descartando del todo esta posibilidad.

La situación adquiere tintes aún más dramáticos si se tiene en cuenta la dureza de la situación laboral de las mariscadoras. "Muchas sí tenemos antigüedad, pero aún así, después de tantos parones por toxina en los últimos años, apenas nos quedan días para pedir el cese de actividad. Por no hablar de los que empezaron este año o el anterior, que ya ni podrían", explica la patrona mayor de Lourizán, quien cuestiona si el modelo laboral que tienen los autónomos del mar es el más favorable.

Sí es cierto que dentro de las últimas mejoras en sus derechos laborales se incluye el poder solicitar el cese de actividad por un cierre decretado por la administración, como ocurre con la toxina. "Es positivo pero, ¿qué haces cuándo se te acaban los días? Nos gustaría poder plantear alguna alternativa", señalaba Vázquez.

A debate el parón biológico

En cuanto al patrón mayor de Raxó, Iago Tomé, ve en este parón por la biotoxina lipofílica dos caras. "Es mala porque se deja de ingresar dinero, pero la parte buena es que es un respiro para las playas. Si no se hace se seguiría en las playas sin descanso para los bancos, algo que no es bueno. Tiene que tener una repercusión positiva más a largo plazo", señala Tomé, quien está favor de parones biológicos no forzados para mantener la productividad de la ría, imitando el ejemplo de la ría de Noia donde "recogen seis meses y otros seis cuidan la ría y mantienen los precios altos".

Vázquez se opone a este modelo. "Ya trabamos para vivir en el día a día. ¿Cómo vamos a poder parar seis meses para vivir de lo ahorrado si no se puede ahorrar? El modelo de Noia lo que hace es desestabilizar los precios del mercado", afirma.

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