A partir del año 1500 el barrio marinero por excelencia de Pontevedra vive su momento de mayor esplendor. Las construcciones en el entorno de las rúas Fonte de Moureira y Xan Guillerme constituían "la Moureira de los mercaderes", explica el arquitecto Rafael Fontoira Surís, autor de la obra Pontevedra Monumental, "pues sus tres muelles estaban a pocos metros".

El experto recuerda que estas casas de planta baja se distinguen plenamente de las burguesas de la cercana rúa Xan Guillerme, "que ya tenían soportales, cornisas decoradas y hasta alfices", es decir molduras o marcos que rodean la parte exterior de las fachadas.

Tras décadas de destrucción que sepultaron el barrio bajo la piquete, en la rúa Fonte da Moureira sobreviven varias de las últimas viviendas populares. Una de ellas cuenta con un patín y fue una antigua casa marinera, al igual que la que está situada frente al antiguo horno de pan, la pequeña construcción de sillares y planta baja que conserva el caleado, habitual revoque de las viviendas tradicionales.

Conservar la fachada, evitando posibles desplomes, es el objetivo de los trabajos de desmonte de la cubierta que arrancaron en esta casa.

La previsión inicial de los promotores de la obra es retirar los restos del tejado, limpiar de escombros el interior y apuntar los muros para impedir desprendimientos.

Una vez más, las voces de la cultura reclaman medidas para impedir que los escasos restos de la antigua Moureira que se conservan también desaparezcan, dado que la actual legislación urbanística se ha demostrado incapaz de proteger el patrimonio arquitectónico popular del barrio más tradicional de la ciudad.

Su desaparición arrancó a partir de 1905, cuando se concluyó el primer malecón. Hasta ese momento las propiedades daban directamente al entonces anchísimo Lérez que sería achicado posteriormente mediante sucesivos rellenos.

Entre los más recientes y radicales, el que se llevó a cabo para la construcción de la AP-9 y que supuso robar al cauce 17 metros, además de construir una isla artificial en el centro del río para situar los pilares del puente de la autopista.

En décadas desaparecieron casas, almacenes, fábricas, hórreos y muelles (varios continúan de hecho bajo las calles que forman el frente del río) y solo sobreviven unas pocas construcciones como la que ahora se desmonta parcialmente. "Es preciso proteger enteramente lo poco que va quedando de este barrio", recuerda Rafael Fontoira Surís, "tan importante en la historia de Pontevedra".