Entre flashes de cámaras de teléfonos móviles y grabaciones de vídeo, los pontevedreses asistieron anoche a un suceso que muchos calificaban de espectacular.

Todas las calles y plazas cercanas al edificio en llamas contaron con un público importante. Muchos eran espontáneos que pasaban por allí a esa hora, la de la salida del trabajo; otros se acercaron advertidos a través de los medios de comunicación, las redes sociales o el tan recurrido WhastApp.

Entre los curiosos, también mucha pena. Además de los lloros de los afectados, muchas personas mostraron su pesar por los efectos de las llamas, especialmente cuando se cayó la galería exterior, que provocó los gritos de los presentes.

Una niña lloraba desconsoladamente en la Plaza de Curros Enríquez porque su animal de compañía, una coneja llamada Elsa, se encontraba en el interior de su vivienda familiar, en uno de los edificios colindantes al afectado.

También se acercaron angustiados miembros de la asociación de periodistas solidarios Agareso, que temían por la pérdida de documentación en sus oficinas, en la misma calle.

Además, el ambiente en las zonas cercanas al suceso se dividía entre las personas que defendían la actuación de los Bomberos y las que los criticaban duramente, llegando incluso a abuchearlos a su llegada a la Plaza de A Ferrería.