Desde su descubrimiento por los romanos se le ha considerado uno de los elementos fundamentales de la dieta mediterránea y ha sido objeto de deseo de los amantes de la gastronomía. Ahora en Poio, conocido por sus fiestas gastronómicas como la almeja, el mejillón o la navaja, está a un paso de convertirse un productor de aceite de oliva gallego. La Xunta ya tramita las solicitudes de las comunidades de montes de San Xóan y de A Regra dos Agros de Combarro para cultivar entre 41 y 31 hectáreas de olivares en O Castrove, que a través de un convenio con la firma ourensana Aceites Abril, comercializarán el aceite 100% de origen gallego.

Por lo pronto los comuneros de San Xoán son los que más avanzados tienen el proyecto. "Se aprobó en asamblea, por lo que ahora depende de los permisos de la Xunta", señala su presidente, José Rodríguez. "Los montes desde los incendios de 2006 ya no son lo que eran y con un técnicos vimos que los pinos requieren 40 o 50 años para su venta y la opción del olivar se estudió y es más rentable porque es una producción anual", señala el dirigente de los comuneros de San Xoán, que afirma que para el cuidado de los olivos podría suponer además la creación de algún puesto de trabajo para comuneros. "Esperemos poder probar pronto el aceite 100% poiense", concluye animado por el proyecto que abarcaría 21 hectáreas.

También con entusiasmo lo ve su homónimo en A Rega dos Agros, Manuel Carramal. En Combarro la asamblea autorizó las negociaciones con la empresa sobre una superficie de entre 10 y 20 hectáreas. "Después del acuerdo se expondrá al público y se someterá a votación definitiva", señala Carramal. En la asamblea de los 123 asistentes solo hubo 5 votos en contra, alegando que "pueden contaminar los manantiales por los productos químicos". "Entonces en Jaén con 66 millones de olivos, ¿cómo estarían?, además en Galicia ya hubo olivos hasta la etapa de los Reyes Católicos", responde el presidente.

"La aceituna gallega produce un aceite muy afrutado, verde y con sabor a hierva que lo hace diferente al resto". Quien define el sabor de este oro líquido es Manuela Gonzñález, responsable del departamento de Agro de Aceites Abril, el departamento que asesora a los comuneros de San Xoán y Combarro en la plantación de los olivares. Aclaran que desde la empresa que el aceite 100% gallego está calando en el mercado. "Tiene características diferentes por el clima y su resultado hace que sea un aceite con sabor fuerte, ideal para su consumo en crudo", señala González. Por ahora la producción de este aceite gallego hace que su repercusión no esté siendo muy grande, pero se espera un boom el próximo año, cuando diversas plantaciones empiecen a dar un mayor rendimiento con los olivos más adultos.

Uno de los motivos que animó a las comunidades de montes de apostar por el olivo es que la puesta en marcha de una plantación de esta especie es relativamente sencillo y económico, con un gran rendimiento a partir de los dos años. "Lo primero -explica la responsable de Agro la aceitera ourensana- es disponer de una finca que no se encharque y que esté libre de raíces". Así, apuntan que la zona de Pontevedra es ideal en este sentido aunque sí se requieren modificaciones del Ph del terreno con cal magnesiana. A partir de ahí se puede plantar. "Los primeros años se produce una mínima producción por lo que en muchos casos los propietarios se quedan el aceite para probar, pero a los dos años la explotación empieza un alto rendimiento", señala González, recordando el compromiso de la empresa de comprar la producción.

Pioneros en la zona

Aunque el proyecto es novedoso, los comuneros no estarán solos en la zona. Tres agricultores de Meaño son los pioneros de la introducción a gran escala de este tipo de producción en la zona. Entre los tres suman ya 2.500 olivos plantados. El pionero fue Valentín Fernández, un agricultor de 46 años natural de Noalla, Sanxenxo, pero afincado en la parroquia meañesa de Simes. "Lo hice porque a mí no me gusta el vino, y me informé sobre otros cultirvos para diversificar la producción agraria", señala. Entre varias parcelas suma más de media hectárea de terreno donde ha plantado 1.600 olivos. Este año ya ha recogido su primera cosecha de aceituna. La califica de modesta, al conseguir apenas un centenar de kilos, por lo que llegó a un acuerdo con Aceites Abril para envasarla para su uso personal. El objetivo es que en este año su producción ya sea para vender.

En la misma parroquia moañesa de Simes Pastora Fernández plantó 850 olivos hace dos años. Se trataba de un terreno baldío en el que el marido de Fernández "no quería plantar más viña y fue mi hija quien nos animó a apostar por el olivo". El último en sumarse fue Carmen Rosal y su hija, María Souto en la parroquia meañense de Sinás, Lo hicieron en una parcela de casi tres "ferrados" -un ferrado equivale a unos 600 metros cuadrados- en el que plantaron 515 olivos. La familia, que ya cuenta con una producción de 4.000 botellas de albariño "Moisés", que se venden cada verano en un kiosko a pie de playa en A Lanzada, tenia la intención inicial de plantar viña en estos terrenos, pero rechazaron la oportunidad debido "a la inversión" que requería "y el mucho trabajo que suponía su cuidado" se pudieron en contacto con la firma ourensana para convertirse en aceituneros.

La rentabilidad varía en función del mercado. Desde Aceites Abril señalan que el precio lo fijan en Andalucía, dependiendo de la producción, pero "puede que algún año el precio sea elevado por las circunstancias del mercado y llegue al euro, pero lo normal es que el kilo de aceituna se mueva entre los 70 y los 80 céntimos". Se calcula que en cuestión de años, cuando el árbol no sea tan joven, se puede producir de 9.000 a 11.000 kilos de aceite por hectárea. Y es que se calcula que en un ferrado de terreno, si la orientación es buena y el perímetro es más o menos regular, caben 165 olivos, siendo una plantación de alta densidad la recomendada en Galicia por sus características climatológicas. Estiman que las plantaciones en Poio podían iniciarse antes del final de año.