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Milagros Guzmán: "Tenemos la ilusión de que el bar supere los 100 años; sería una pena cerrarlo"

"Ya no es rentable como antes, pero mis hijos quieren conservarlo, por tradición y por cariño"

Milagros Guzmán en la bodega de La Navarra. // Rafa Vázquez

Aunque su vida profesional transcurrió fuera del negocio familiar -fue maestra de escuela- Milagros Guzmán se convirtió al fallecer su marido (José María Ureta, el popular "Pepe Mari"), en la cara visible de La Navarra. La bodega que ahora dirige su hijo, el enólogo José María Ureta, celebra mañana su 90 aniversario, "pero con la vista ya puesta en el centenario, porque aunque el negocio ya no es tan rentable como antes, confiamos en que llegará y que lo superará", afirma Guzmán.

- Después de toda una vida como profesora se ha jubilado usted como tabernera.

- No, en realidad nunca he estado al frente del bar, tampoco ahora. Antes era de mi marido y ahora es de mi hijo, que aunque es químico y enólogo de profesión, ha querido mantener la bodega, como también lo ha querido el resto de familia, por tradición y por cariño. Yo en realidad soy una advenediza en todo esto, nunca he sabido mucho de vinos. Mi función aquí es únicamente de apoyo moral a mis hijos, que tienen sus carreras, pero quieren mantener el bar abierto.

- Aun así habrá conocido muchas historias y anécdotas del bar.

- A mi la memoria me flojea un poco ya. Quien se las sabía todas era mi marido. Era muy conocido y muy querido por todos sus clientes.

- Está usted leyendo y resumiendo todos los anuarios del bar que comenzó a escribir su suegro, ¿con qué finalidad?

- Los leo porque son una verdadera joya, un tesoro. Mi suegro era muy buena persona y apuntaba cosas muy interesantes en sus dietarios, son verdaderas crónicas del bar y de la ciudad. Yo los leo poco a poco y tomo anotaciones por si algún día alguno de mis hijos quiere hacer algo con ellas.

- ¿Cómo afrontan este 90 aniversario de La Navarra?

- Pues con agradecimiento porque es un bar muy querido por los pontevedreses y con la ilusión de llegar a los 100 años e incluso superarlos, porque todos mis hijos quieren que el bar perdure, aunque ya no sea muy rentable y aunque cada uno de ellos tenga su profesión y sus quehaceres. Estamos haciendo lo posible para mantenerlo, sería una pena que se cerrase.

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