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Luis López Basalo: "Mi padre me dijo: si gastas mucho tendrás muchos amigos, si gastas poco tendrás los de verdad"

El empresario recibe el día 23 el homenaje de Honra e Louvanza de la Peña de la Boina

Luis López Basalo a las puertas de La Luna. // Rafa Vázquez

El empresario Luis López Basalo recibirá el próximo día 23 el homenaje de Honra e Louvanza de la Peña de la Boina, una distinción que recibe "ya ve, sorprendido, viniendo de una peña tan emblemática que se acuerden de una persona como yo me sorprende, unos dicen que lo merezco, pero yo (sonríe) la verdad es que no me veo méritos".

-Porque boina no usa

-Nunca puse una boina, es la verdad, pero a partir de ahora habrá que hacer honor a ese reconocimiento que me hace una peña de un prestigio tan grande a nivel de España, porque es una de las peñas más importantes y antiguas de España.

-¿Cómo empezó su carrera profesional?

-Empecé aquí (la entrevista tiene lugar en el restaurante Casa Pepe, en A Barca), nací en esta casa, mi padre había inaugurado el restaurante en el año 1940, el 2 de enero, y yo nací a los cinco años, de los hermanos soy el único que nací aquí, en Casa Pepe, y en 1960 mi padre me dijo que tenía que ponerme al frente, él era mayor y había que tomar las riendas del negocio. Lo hice yo porque los estudios los dejé a los 13, a esa edad dije que ya sabía todo (sonríe), sumar, restar, multiplicar, dividir y raíz cuadrada, así que le dije "Papá, ya se todo, así que quiero trabajar aquí".

-¿A los quince años su padre lo puso al frente del negocio?

-Si, si, a los 15 años mi padre me dio las llaves de la caja y me dijo: si gastas mucho tendrás muchos amigos, si gastas poco tendrás los de verdad, así que toma las llaves. Yo ya llevaba aquí mucho tiempo claro, siempre estaba aquí desde los 12 años dando vueltas.

-Le encantaba el restaurante.

-Me volvía loco, exactamente, en aquel momento era tienda de ultramarinos. Ahí fuera hay un letrero que pone "Venta de vinos y comidas La Suiza", se había inaugurado en 1908 este negocio y fue el primero que hubo en el edificio. Después mi padre se vino para aquí porque el local llevaba unos años cerrado.

-¿Reabrió el ultramarinos?

-Era de todo, ultramarinos, de todo. Y después empezamos a dar comidas, empezamos con el tema de los callos y la carne arreglada, que era como se le decía, y de siempre lo hacíamos los días de feria, a partir de las 8 ya había la carne arreglada, lo que hoy es estofada, y callos.

-¿Ha cambiado mucho la clientela?

-Aquí vienen clientes de toda la vida, pero también han ido viviendo clientes nuevos, dese cuenta que aquí en A Barca éramos 35 vecinos y hoy somos 1.200, y si abre un poco la zona ya son 4.000, hoy el Ayuntamiento de Poio tiene unos 16.000 vecinos y antes éramos 7.200.

-Su espíritu empresarial continuo con un hotel?

-Antes de eso tuve otros negocios de hostelería, gané mucho dinero con él pero no podía aguantarlo porque tenía que estar aquí y aquí no se cerraba los sábados, allí tenía que estar hasta las 5 de la mañana y abrir aquí a las 6.30, porque aquí teníamos tres fábricas, la de A Caeira de ladrillo, de la familia Pernas, otra de teja y otra de bloques que tenían entre las tres 450 empleados y ellos eran una clientela asidua, así que el bar había que abrirlo a las siete menos cuarto.

-¿Cómo se decidió a inaugurar la discoteca La Luna?

-Yo ya tuve otra sala de fiestas, Equus, que la abrí en el año 1979, en mayo, y me asusté tanto de lo que debía que le dije a mi mujer "lo primero que vamos a hacer es sacar el pasaporte" (risas) por lo que pueda pasar, se lo juro, yo debía casi 50 millones, una locura en ese año.

-Pero tuvo un gran éxito: hasta hacía bailes infantiles.

-Mucho, hasta los niños iban si, hacía bailes infantiles y le asignaba a cada colegio un día, eso hoy todo ha desaparecido, pero en La Luna conservo lo del baile infantil, que lo hago siempre el martes de Carnaval, se lo dedico a los niños.

-¿Le sorprendió el éxito de La Luna o lo sospechaba?

-Por Equus ya tenía yo esa vertiente de la noche, llevo 48 años trabajando en la noche, me considero el más veterano de los que trabajan en la noche. Y La Luna lo abrimos en el año 1989, hicimos una gran remodelación no pensando en la gente mayor necesariamente, y los primeros tres años fueron muy difíciles de aguantar, aguantamos porque yo soy un sufridor de la hostelería pero otra persona es imposible que hubiese aguantado, imposible, se desmoralizaría: no había calefacción, ni aire, estaba alejado? Esos tres años fueron mortales, y luego empecé a pensar y vi que en Equus trabajaba muy bien los sábados con la gente mayor, y decidí orientarlo a ese segmento, abrí de 5 a 11, pero cada vez venía más gente, se decidió cerrar a las 12, luego a la 1.30, hasta las 3 y ahora ya hasta las 6.

-¿Cuántos clientes entran en una noche en La Luna?

-Dos mil o dos mil quinientas personas en una noche de domingo.

-Es usted un gran aficionado al arte.

-Pues si (sonríe) es algo que nació en paralelo al negocio, yo tenía un hermano que le gustaba mucho el arte, era profesor, un atleta, se llamaba Benito y se murió a los 29 años, cuando murió dejó a la familia una colección de monedas, era soltero y le gustaba mucho el arte, cuando iba a Madrid traía cositas, lo que podía comprar de algunos pintores a las puertas del Prado, autores que están empezando, y eso me dio la idea. Después lo repescaron como colaborador del Museo y cuando se murió le dedicaron un libro, su muerte causó un gran impacto.

-¿Cuándo compró su primera obra?

-Con 15 años y medio compré 5 cuadros a una anciana que vendía chatarra en los bajitos de su casa, me cobró 900 pesetas de entonces y yo le iba pagando todas las semanas con 20 pesetas o 25, tardé casi dos años (risas) en saldar la deuda. Y aún tengo esos cuadros eh.

-Y tiene grandes amigos artistas.

-Si (sonríe), en Galicia todos los artistas son amigos míos, y en España grandes artistas son amigos míos.

-¿Es verdad que conoció a Picasso?

-Tuve la suerte de conocer a Picasso, de comer con él, que falleció cinco años después.

-¿Qué recuerda de él?

-Percibías que era un genio solo con verlo, con 90 años era tan inquieto... Parecía que tenía 65 años, qué inquieto era, enérgico, impresionante, te transmitía esa inquietud, esos nervios, y tenía una cabeza. Yo pienso que fue el artista del siglo XX, el genio del siglo XX en la pintura, la ha revolucionado. También conocí a Miró, hablé con Saura pero no lo llegué a conocer, si a Benjamín Palencia, que estuve en su casa... Me siento una persona con suerte por tener tantos amigos buenos artistas.

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