El consorcio que adquirió TAP, hasta junio de 2015 la única aerolínea 100% pública que existía en un país de la Unión Europea, pertenece al brasileño David Neeleman, conocido en el sector por el éxito que ha cosechado en todas sus iniciativas empresariales, en especial, al frente de compañías lowcost. Neeleman, de 55 años, creó la aerolínea de "bajo coste" norteamericana JetBlue, lo despidieron a los ochos años y al cabo de poco tiempo fundó otra en su país natal, bautizada como Azul.

Ahora que está al mando de la TAP, esta aerolínea necesitará del buen olfato comercial de su nuevo patrón para sacarla del pozo en el que se encontraba, perdiendo del orden de 85 millones de euros que acabaron por engordar una deuda mayor hasta los 1.062 millones de euros. De hecho, el gobierno luso apenas recibió nada por la venta aunque salió ganando en el sentido de que esquivó la desorbitada deuda y de paso se garantizó el mantenimiento de la sede de la compañía en el país.

Neeleman comienza fuerte. Hará una importante renovación de la flota y como ya dijo públicamente se propone abrir nuevas rutas y aprovechar las importantes conexiones que explota ya TAP, por ejemplo, con el continente africano. Esta ofensiva también beneficiará a los viajeros que viajen desde Peinador hacia Lisboa, tomando este aeropuerto hub para volar hacia el resto del mundo.