Hay oficinas que son diferentes. Y en esta se nota que ocurre algo especial tan pronto como se atraviesa la puerta principal, desde donde se puede ver un pequeño futbolín. Nadie lo utiliza desde hace tiempo, al igual que la canasta de basket que se encuentra en la pared de enfrente, pero son dos elementos que denotan que se trata de un lugar de trabajo donde la calidad de vida es importante.

Sin embargo, la gran sorpresa llega con la presencia de una pequeña puerta situada al lado del mostrador en el que se atiende a la clientela. Es similar a las que se utilizan en las casas como dispositivo de seguridad infantil, pero aquí lo que se va a encontrar el público no son niños, sino perros, los de algunos trabajadores. Por lo general, tres: Maya (una golden retriever), Ares (un boxer) y Tyson (un schnauzer miniatura). A veces, pero en contadas ocasiones, también se acercan por las instalaciones Linda (una podenca), Klaus (un yorkshire) y Argos (un perro de aguas).

En el Grupo Formación EGS de Pontevedra son 13 socios. Trabajan organizando cursos de carácter sanitario para toda España, de ahí que las gestiones se hagan mayoritariamente vía telefónica o correo electrónico, lo que provoca que por sus instalaciones se acerque poco público. Esto, en cierto modo, facilita la estancia de los animales con sus dueños en el puesto de trabajo. "En cualquier caso, cuando viene gente por aquí lo que ocurre es que se lleva una grata sorpresa, ya que les suelen gustar los perros. Y si así no fuese, estos tampoco molestan, ya que tienen la verja que les impide el paso", explican.

Además, al fondo de la oficina se encuentra un despacho que es utilizado a menudo como "sala de juegos".

La empresa cuenta con dos gerentes, que se declaran unos amantes de los animales. En su casa viven Linda, Argos y Klaus, los tres adoptados a través de la Asociación Amigos da Canceira de Poio.

La pareja paga también los gastos de manutención y alojamiento de perros recogidos de la calle en las asociaciones Salvando peludos de Madrid, SOS Mérida y en el centro Kennels de Combarro. Como no podía ser de otro modo, colaboran con las protectoras de Pontevedra, Os Palleiros, y de Poio.

Por su parte, a Maya la llevan a diario a la oficina Sofía Filgueira y Carlos López, mientras que Tyson llega hasta las instalaciones con Arturo Abal. David Abuín se ocupa de Ares, un boxer que impresiona más por su gran tamaño que por su carácter bonachón.

"Aquí los horarios son libres, de ahí que la mayoría de los trabajadores opten por el horario continuo, de ocho de la mañana a tres de la tarde", explican desde la gerencia.

"Yo empecé a traer a Tyson por comodidad, porque me daba pena que se quedase solo en casa tantas horas", reconoce Arturo Abal.

La última en llegar fue Maya. "Viene muy feliz. Para ella venir aquí es un motivo de alegría, ya que todavía es muy joven, tiene unos meses, y sabe que siempre va a recibir caricias y cariño", explica Sofía Filgueira.

"A veces también les tenemos que reñir porque se ponen a jugar. Pero es difícil hacerlo, porque cuando tú les estás regañando, ya está otro compañero regalándole una caricia a los pocos segundos", cuenta divertido Carlos López.

El dominante del grupo es, sin duda, el pequeño Tyson, tan cariñoso como posesivo, que no se lo piensa dos veces a la hora de "rosmar" para defender su sillón o reclamar la atención de los humanos que se encuentren en la oficina en ese momento.

"No sabemos si somos la única oficina de Pontevedra a la que se puede acudir con perro, pero sí que es cierto que nunca nadie nos ha hablado de otra", reconocen los socios del Grupo EGS, donde la única norma no escrita es que los animales estén aseados y se limpie con frecuencia el suelo para que acudir con el "mejor amigo" del ser humano no sea más que un placer.