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Sanxenxo hace balance del apagón de Año Nuevo

Tiendas de alimentación, restaurantes, bares y hoteles, principales afectados

Francisco Cacheda con la máquina de lotería. // R.V.

O Salnés todavía se recuperaba ayer del trastorno causado por el corte de suministro durante catorce horas por una avería de la subestación de la red eléctrica ubicada en Vilalonga, que afectó, según Unión Fenosa Distribución, a cerca de 20.000 vecinos de Sanxenxo, O Grove y Meaño.

Los problemas comenzaron con cortes puntuales a las 13.30 horas del día de Año Nuevo y se prolongaron con un apagón generalizado que se terminó de solucionar a las 3.30 de ayer. Demasiadas horas para los vecinos de la zona y, sobre todo, para el sector hostelero. También los negocios de venta de productos de alimentación se vieron afectados por la falta de electricidad en sus neveras y congeladores.

Desde la tienda de congelados Gran Sol de Sanxenxo cifran en 30.000 euros las pérdidas por los productos que tenían a la venta, que estos días, sobre todo, eran marisco. Los responsables del establecimiento de esta marca en la calle Madrid de la turística villa pontevedresa se vieron obligados a trasladar el género que guardaban en 17 islas de congelado a su central en A Coruña.

"Obviamente, lo que más vendemos en estas fechas es marisco. Ahora hemos repuesto todos los arcones con marisco nuevo, ya que el otro se tendrá que destruir", asegura Juan Antonio Pais, gerente de Gran Sol.

Quien sí salvó sus langostas, bogavantes, centollas y nécoras "por los pelos" fue la dueña del restaurante Marlima II de la Avenida de Silgar. María Luz Esperón considera que "el problema más gordo sería si estuviéramos abiertos ese día". En su caso, unos vecinos le advirtieron del corte de electricidad, por lo que acudió al establecimiento a retirar los alimentos que tenía en un congelador, pero, sobre todo, a trasladar el marisco vivo de sus acuarios a una cetárea que su mirado posee también en Sanxenxo. Mientras ella recuerda todo el proceso del día anterior, la luz en el restaurante se vuelve a ir para reanudarse pasado un minuto. Son las dos y cinco de la tarde del sábado y el Marlima II cuenta con numerosos clientes dispuestos a disfrutar de una comida. "Esto pasa a menudo", reconocen algunos de ellos.

Las heladerías también pasaron momentos difíciles el día de Año Nuevo. Rosi Bellas, empleada de la cafetería Silgar muestra cajas enteras de helados inservibles tras el apagón. "Son los de tipo industrial, que una vez que pierden la forma ya no se pueden poner a la venta", explica.

Pese a la complicación de la situación, algunas cafeterías de Sanxenxo intentaron mantenerse abiertas durante el día, aunque con escaso éxito. Fue el caso del Gran Suqui, regentada por Francisco Cacheda, que alumbró a sus clientes con velas insertadas en botellas vacías de cerveza.

Además de no poder usar la cafetera, Cacheda tampoco pudo proporcionar su servicio de sellado de lotería, al funcionar a través de una máquina que se alimenta de electricidad. La cafetería estuvo abierta tan solo unas horas.

También los dueños del bar California, donde se vendieron la mayoría de los décimos del quinto premio que dejó la suerte en Sanxenxo el pasado 22 de diciembre, aguantaron poco tiempo con el establecimiento abierto. "Nosotros lo intentamos, pero a las dos horas ya habíamos cerrado porque no podíamos ni hacer un café", dice Jorge Castro recordando un inicio de año que será difícil olvidar para muchos.

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