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"Si un tiburón entra en Mogor algo va mal"

Abel Simes vende en su pescadería de Cantodarea un cazón pescado en el interior de la ría

Abel Simes sirve en su pescadería de Cantodarea toros del tiburón capturado en la ría de Marín. // S.A.

"Si un cazón (o tiburón vitamínico) entra en Mogor, es que algo va mal, eso lo sabe cualquier marinero, como cualquier persona de aldea sabe que la fruta está cambiando, que las épocas de siembra y cosecha están cambiando", explica Abel Simes, pescadero de Cantodarea que ayer inició la venta de un tiburón pescado en la ría de Marín. "También están entrando corvinas, un pez del Mediterráneo y del norte de África que ahora se empiezan a capturar aquí; mi abuelo decía que era imposible que se pescara una corvina aquí hasta que le llevé una recién pescada", añade Simes, para explicar de qué manera está cambiando la temperatura del mar. También ocurre con las estaciones: "La raya antes tenía sus épocas, ahora ya la hay todo el año", apunta Simes desde su experiencia como pescadero.

Y es que en la Pescadería Loli, de Cantodarea, se había vendido antes cazón y otros tipos de tiburones, como el marrajo o el pez espada, pero en el primer caso siempre llegados de otras latitudes y comprados en la lonja de altura de Vigo. Es la primera vez que llega a su mostrador un tiburón capturado por pescadores de Marín, con una pequeña embarcación y en aguas de la ría.

El ejemplar que ayer comenzó a vender por piezas pesó algo más de 18 kilos. Se vende a 12 euros el kilo "porque tiene mucha merma: tripas, cabeza, aletas...". Está siendo demandado sobre todo por particulares que aprecian su sabor suave, "como el pez espada, o así", explica Simes.

El cazón o tiburón vitamínico es un desconocido de la gastronomía local, si bien es muy apreciado en el sur de España, donde su pesca es más común. Es la especie con la que se hace el bienmesabe, una receta típica de Andalucía (principalmente Cádiz) y de Canarias.

Un restaurante de Cantodarea se llevó ayer buena parte del tiburón de Mogor, pero la mayoría de sus comensales serán familias del barrio, que tras conocer la insólita pesca se han acercado a esta pescadería para probarlo. Aunque comenzó a venderse por rodajas, las partes más significativas del escualo tienen asignado un destino más particular: "Las aletas las regalé y la cabeza supongo que me la llevaré para casa", dice Abel Simes.

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