Cuando la pontevedresa Almudena Poza realizó su trabajo de fin de grado "El aprendizaje cooperativo como herramienta para fomentar la igualdad entre sexos en la escuela infantil" no se imaginaba que iba a ser merecedora de uno de los premios Ernestina Otero, convocados por la Concellería de Igualdade para reconocer los proyectos de estudio con perspectica de género.
-¿Condicionó la convocatoria de los premios la temática de su trabajo?
-No. En absoluto. Fue algo totalmente casual. Yo llevo trabajando con mi tutora, Azucena Arias, desde primero de carrera. Pensamos en este trabajo cuando tuve que preparar mi trabajo de fin de grado. Pensamos desde el principio en incluir el aprendizaje cooperativo y la igualdad, pero no sabíamos todavía si realmente se daba esa situación de diferenciación de sexos entre los niños. Las profesoras del colegio Sagrado Corazón, donde pusimos en marcha el estudio, nos confirmaron que sí.
-¿Cómo se desarrolló el estudio?
-Fue en dos aulas, con niños de tres y de seis años y durante varias sesiones con periodicidad semanal.
-¿En qué consistían?
-Creamos una mascota, que se llamaba Xoaniña, que presentaba situaciones a los niños en las que ellos tenían que tomar decisiones. Por ejemplo, les planteaba que se quería comprar una mochila y ellos decidían qué color debía tener. Lo que nos quedó claro desde el principio es que había mucha diferencia entre los niños de tres años y los de seis, ya que mientras los primeros todavía no acusan esa diferenciación de roles según sexo, los segundos sí. En ese caso en concreto, los más pequeños no diferenciaban el color, pero los otros ya asignaban el rosa a las niñas y el azul a los niños. En otra actividad tenían que asignar a personas diferentes imágenes: una cocina, un camión, ir a la compra... No les decíamos directamente que la asignación tenía que ser por sexos, pero los de seis ya lo tenían claro: la cocina y la compra para las mujeres, el camión para los hombres... De nuevo, aquí los de tres años realizaban el reparto de forma indiscriminada. Nos pareció increíble que en tan solo tres años de diferencia hubiese un salto tan grande sobre estereotipos de género.
-¿Y los juguetes?
-Pasaba lo mismo. Esa temática la trabajamos en Navidad. El resultado fue igual al de las otras actividades. Comenzamos a hacer asambleas y terminaron jugando todos con todo: niños con cocinas, niñas con camioncitos...
-¿Entre ellos se critican por comportarse de manera "diferente"?
-Sí. Mucho. Una de las situaciones que incluyo en el trabajo es un comentario de un niño, que aseguró que su padre se había puesto una camisa rosa y que nadie se había reído de él. "Xoaniña tenía razón", nos dijo convencido. Reflexionamos mucho con ellos sobre este tipo de situaciones.
-¿Tan permeables son?
-Sí, lo son a todo. A la televisión, a los anuncios, a lo que se hace o dice en casa... La familia es básica en su actitud.
-Usaron el aprendizaje cooperativo. ¿Es novedoso en el mundo educativo?
-Se trata de que los niños trabajen a partir de estrategias. Por ejemplo, en la conocida como la de la tela de araña se van pasando un ovillo de lana recordando entre todos aspectos de una actividad determinada. En este caso, lo hicimos para resumir todo lo que habían trabajado con Xoaniña. Se fueron pasando el rollo de lana de modo que terminaron formando la tela a. Ellos se quedan muy felices porque la han creado entre todos y sirve para que todos participen y aporten su granito de arena sin competir.
-¿De qué modo cree que le puede beneficiar este premio?
-Creo que son muy buenos porque son un reconocimiento y una motivación para seguir trabajando. A mí me encantaría que todo el mundo al que le interese esta temática utilice mi material. Lo pongo a disposición de cualquier persona.
