Hace 44 años navegó por primera vez el Bribón I y la saga concluyó provisionalmente en 2011 cuando el armador catalán José Cusí lo vendió a un millonario chino. La tradición volvió a renacer, de nuevo de la mano de Cusí, que adquirió hace un mes en Loviissa (Finlandia) la nueva entrega de la familia de veleros.

Se trata del Bribón número 16, un barco clásico de 11 metros que ayer estrenó el Rey emérito, Juan Carlos I. Hacía 7 años que el monarca había navegado por última vez en un Bribón y llegó alrededor del mediodía al Náutico de Sanxenxo, donde lo esperaban sus compañeros de tripulación, Pedro Campos, Alberto Viejo, Roi Álvarez y Luis Saenz, entre otros aficionados a la vela.

Los portavoces del Club Náutico explican que el nuevo Bribón (llamado con anterioridad Ian) "es una embarcación clásica de la clase 6mR, en auge entre los años 20 y 40 y que fue incluso clase olímpica hasta los Juegos Olímpicos de Helsinki 1952.".

Sólo existen unas 500 unidades como el Bribón en el mundo, "de las cuales un centenar largo son competitivas o se han mantenido respetando los originales", señala la organización.

El barco gemelo del Bribón es el Acacia, cuyo armador, Mauricio Sánchez-Bella, fue uno de los que viajó a Finlandia con el monarca hasta encontrar al Ian. "Se buscó un barco lo más parecido posible al Acacia, y tanto el mío como el nuevo Bribón son del mismo diseñador, construidos en el mismo año y astillero", explica a propósito de la elección del barco.

Detalla que se trata de una joya: "Completamente barnizado, bien mantenido y reconstruido con la máxima fidelidad, con un aparejo de velas y maniobra moderno y competitivo al máximo. La reacción de todos al verlo fue muy positiva. Lo tenían impecable y dentro de este tipo de barcos, que no hay muchos a la venta, era una opción muy atractiva".

El Bribón fue adquirido al empresario Michael Cedercreutz, propietario del Ian desde hace 11 años. "En los últimos tres ya no navegaba. Cuando lo vendió lo hizo con lágrimas en los ojos; fue muy emotivo", señala en este punto Mauricio Sánchez-Bella.

También incide en el carácter competitivo y el significado histórico de estos barcos. Señala a este respecto que "hay gente que se cree que este barco es un yate de recreo y no es así. Es más que competitivo. Don Juan Carlos es un aficionado tremendo a las regatas y en estos barcos se combinan perfectamente el competir con conservar algo que es un patrimonio cultural. Poder unir el aspecto competitivo con mantener viva una obra de arte de la vela es una de las cosas que más atrajo a Don Juan Carlos".

El cruzarse con el anterior monarca no fue la única sorpresa que esperaba a los socios e invitados que ayer se acercaron hasta el Club Náutico, sino que también tuvieron oportunidad de disfrutar de un encuentro histórico, el de dos barcos gemelos en activo, el Acacia y el Bribón, que se reencontraron tras 86 años separados.

Los portavoces del Náutico explican que a ambos barcos fueron diseñados por el mismo arquitecto. Salieron del astillero sueco Abrahamsson & Son en el año 1929 y a partir de ahí tuvieron singladuras muy diferentes, uno en España y otro en el norte de Europa.

Curiosamente los gemelos han tenido el mismo número de propietarios a lo largo de la historia, cinco cada uno. No es la única coincidencia, ya que si el Ian fue un barco muy querido por su anterior propietario, no lo es menos el Acacia. Su armador indica que "la familia Cuyàs fue la armadora del Acacia durante más años. Creía que éste se había hundido pero se enteraron por internet que lo habíamos reconstruido. Nos llamaron por teléfono y vinieron a Vigo a verlo porque era el barco con el que habían navegado de niños con su padre. Estaban muy emocionados".