Una madre de Cangas, Montserrat M., y su pareja sentimental originario de Marín, Francisco Javier B. R., han sido condenados por la Sección Segunda de la Audiencia de Pontevedra a penas que suman 31 años y medio de prisión para cada uno por la violación de dos de sus hijas menores de edad. Concretamente, la mayor de las niñas era hija biológica de la madre, mientras que el matrimonio tenía otros tres hijos en común, entre los que se encuentra la segunda víctima de estos hechos.

El tribunal considera a cada uno de los acusados autores de dos delitos de agresión sexual en la modalidad de violación (uno por cada una de las menores) con las agravantes de "actuación conjunta de dos o más personas" y especial vulnerabilidad de la víctima por lo que les impone penas 15 y 14 años y medio de prisión a cada uno. A esto hay que sumar otros dos años de prisión para cada acusado por un delito de obstrucción a la Justicia, dado que en un juicio contra Francisco Javier por supuesto maltrato a su mujer ambos acusados obligaron a una de las menores a cambiar su testimonio para beneficiarle. En total 31 años y medio de prisión para cada uno, además de 40 años de alejamiento (20 por cada uno de los delitos de violación). El fallo también condena a los acusados a indemnizar a las pequeñas con 60.000 y 30.000 euros.

El relato de hechos probados describe un auténtico calvario para las dos menores en la vivienda familiar en la que residía el matrimonio y los cuatro niños en el partido judicial de Cangas. En el primero de los casos, la menor (hija de la acusada y que tenía 11 años) sufrió reiteradas agresiones sexuales a lo largo del año 2008. Aunque el fallo señala que no se pudo concretar número y fechas, sí que señala que "tuvieron lugar muchísimas veces" y que en ocasiones "más de una vez por día". El acusado no dudaba en utilizar la violencia tratando a la menor "con brusquedad, agarrándola y empujándola, y, en todo caso, amedrentándola con la amenaza de que si no era ella lo haría con otro de sus hermanos". En estas agresiones la madre "se encontraba presente y se mantenía impasible, observando, llegando también a participar activamente", dice la sentencia. Las violaciones, según el fallo, continuaron incluso en las visitas domiciliarias que realizaba la menor cuando ingresó en un centro de menores de Pontevedra y realizaba visitas domiciliarias a casa.

Al año siguiente, en el 2009, fue cuando se produjeron las agresiones sexuales a la otra menor, que todavía no había cumplido los diez años y que era hija biológica de ambos acusados. Fue forzada por el acusado contra su voluntad al menos en cuatro ocasiones, "pegándole" incluso "para lograr sus propósitos". En todas las ocasiones salvo en una, la madre volvió a permanecer "sentada en la cama mirando y satisfaciendo así sus deseos lúbricos".

En 2012 la administración acordó la suspensión de las visitas que los procesados mantenían con sus hijos en el centro de menores evitándose así cualquier contacto con ellos. Ambos acusados se encuentran en prisión provisional por esta causa desde el 30 de septiembre de 2013. El estado psicológico de una de las menores provocó que no pudiera declarar en el juicio a puerta cerrada que se celebró en la Audiencia de Pontevedra en junio.