Tatiana tiene siete años, casi ocho. Se encuentra tocando un órgano, aunque para ella es un piano, cuando recibe una visita oficial, la del conselleiro de Educación, román Rodríguez, y otras personalidades. Tantos desconocidos juntos hacen que cese su actividad. Ella y sus compañeros suman, como mucho, seis en la clase. Estamos en el Centro de Educación Especial Amencer-Aspace, donde ya ha comenzado el curso escolar.
Según explica Carlos Godoy, presidente de Amencer-Aspace, este edificio de Pontemuiños tiene capacidad para atender a 42 chavales, aunque en estos momentos cuentan con 38 alumnos.
El conselleiro realiza un recorrido por las principales aulas de las instalaciones, acompañado, entre otros, por el delegado territorial de la Xunta, José Manuel Cores Tourís.
Así, entre otras cosas, conocen que, además de profesores y auxiliares técnicos educativos hay fisioterapeutas para hacer la vida de los niños más fácil.
Sara es una de ellas. Se encuentra con María, de ocho años, que juega boca abajo en una colchoneta. "Ella es consciente de que está recibiendo un masaje. Esta postura se debe a que es antigravitatoria, ya que fomenta la extensión del tronco", explica la experta, que añade que "los profesores colaboran con nosotros en todo lo que pueden. De lo que se trata es de que sea un trabajo en equipo. Si no, no tendría resultado".
Y de aula en aula, los invitados llegan a una de las preferidas por niños y adultos: la sala sensorial.
Luces por las paredes, estrellas en el techo, música relajante y olores para poner a prueba todos los sentidos.
"Tenemos que estar orgullosos de que haya instituciones de este tipo, que representan lo mejor de la sociedad", recalcó el conselleiro de Educación.
