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Una sala para las joyas musicales de Galicia

El Museo exhibirá en el García Flórez sus ricos fondos de instrumentos, entre los que destacan 7 zanfonas seculares

El ciego de Padrenda y su lazarillo. // Zagala/ Museo de Pontevedra

Las primeras y últimas imágenes que tenemos de los ciegos tocadores de zanfona las captó un fotógrafo clásico de la ciudad del Lérez, Francisco Zagala y pertenecen a la colección del Museo de Pontevedra. Las realizó en 1885, poco antes de que el emblemático instrumento se escuchase por última vez en Galicia.

Pepa d´o Queixo, de Bretoña, y la Cega de Ouselle, en Baralla, son las últimas ciegas que los expertos consiguieron documentar o tener referencias como intérpretes a finales del siglo XIX. Para entonces, el instrumento hoy tan valorado era considerado propio de mendigos.

El ciego de Padrenda y su lazarillo y Anselmo Antonio "Peretes" son los protagonistas de las imágenes de Zagala, que remiten claramente al carácter marginal que para entonces tenia la zanfona.

No siempre fue así, muy al contrario fue uno de los instrumentos preferidos de la clase alta en la Edad Media (remite claramente al organistrum) pero declinó a partir del siglo XV. Pablo Carpintero, uno de los estudiosos que participó este mes en Pontevedra en el Memorial Ricardo Portela, recuerda en "Os instrumentos musicais na tradición galega" que en los siglos XVI y XVII "se extingue prácticamente como instrumento culto y pasa a vincularse a invidentes cantores".

Hubo quien ni se la explicaba. Valladares, en 1884, la llama "zampoña, instrumento músico de ciegos, poco agradable, antes bien rayante a los oídos, por su monótono zumbido parecido al de las abejas". Suerte que el diccionario de Carré lo corrige pocos años después: "Instrumento músico. Consiste en una caja, semejante a la del violín... La música es dulce y suave, a propósito para el acompañamiento de romances y recitados".

"En Galicia y en Asturias se escuchó por última vez", recuerda Pablo Carpintero, y si no cayó en el total olvido a lo largo del XX fue por los denodados esfuerzos de Faustino Santalices, al que se le debe una parte del legado de instrumentos tradicionales que posee el Museo.

También fue decisiva la aportación del boticario Perfecto Feijoo y entre ambos convirtieron al Museo de Pontevedra en el más importante coleccionista de Galicia, que a su vez es la comunidad que más ejemplares conserva: tres en la colección de Faustino Santalices, 5 en el Museo de Lugo, 2 en Cantigas da Terra de Coruña (una de las cuales perteneció a Perfecto Feijoo) y 7 en la institución cultural de la ciudad del Lérez.

La conservadora del Museo Natalia Fraguas explica en una aproximación a la colección musical que el origen de las zanfonas custodiadas en Pontevedra "es diverso y en ella sobresalen por su estado de conservación las procedentes de la colección privada de Casto Sampedro".

Serán algunas de las estrellas de la futura sala de la colección musical del Museo pero no las únicas porque, como recuerda el director de la institución, Carlos Valle "los fondos son muy importantes, gracias a Casto Sampedro y a la Sociedad Arqueológica, Pontevedra fue la primera ciudad gallega en contar con una colección musical de relevancia en un museo público".

De hecho, varios de los instrumentos forman parte de los fondos del Museo desde su misma fundación, en el año 1927, heredados de la Sociedad Arqueológica. Es el caso de una zanfona, un pandeiro cuadrado, una gaita grileira, unos ferriños y tres cuernas depositados por Casto Sampedro, primer director de la institución cultural.

Fue, como recuerda Natalia Fraguas, un comienzo discreto "que se iría enriqueciendo con los años y de manera constante gracias, fundamentalmente, a compras y donaciones". Así, Perfecto Feijoo hizo posible que el Museo sumase valiosos instrumentos antiguos: un pandeiro cuadrado, una pandereta, una zanfona y dos de sus gaitas, de las cuales destaca "la tumbal con cobertor en terciopelo rojo y remontas en negro, utilizada de manera habitual por él para sus interpretaciones".

Además de los fondos documentales y sonoros, en la colección del Museo "tienen especial importancia los instrumentos musicales y de manera más concreta los que están vinculados a la tradición gallega. Las gaitas, zanfonas, pandeiros y pandeiretas sobresalen junto a otros como las castañuelas, los ferriños, los chifres, birimbaos e incluso aquellos que no responden de manera directa a la manufactura del hombre; es el caso de las cuernas y cornetas o las caracolas, elementos naturales cuya adaptación ha permitido una utilidad sonora", precisa la conservadora.

Las mejores piezas se expondrán permanentemente en una sala en el rehabilitado Edificio García Flórez, en la plaza de A Leña, actualmente cerrado al público. Carlos Valle explica a este respecto que "el proyecto de reforma contempla una sala en la parte alta del edificio, donde se exhibirán los fondos de mayor relevancia".

Y en paralelo a esas joyas históricas destinadas al Museo, gracias a los denodados esfuerzos de Faustino Santalices hoy asistimos a un renovado interés por la zanfona. Pablo Carpintero explica que el auge es "cada vez mayor, con multitud de intérpretes y varias escuelas".

También artesanos como el propio Carpintero, Nebra o Xaneco Tubio, maestros que mostraron en el Mmemorial Ricardo Portela sus bellezas aguitarradas realizadas generalmente en madera de nogal y con teclado y manilla en forma de s.

Son las herederas de las tatarabuelas conservadas en el Museo y la prueba del brillante futuro que le espera a uno de los instrumentos que perviven en el epicentro de muestra tradición cultural.

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