Más de 120 feligreses atendieron ayer al último oficio religioso de su párroco, José María Ripoll. Después de once años como encargado de cinco parroquias de Campo Lameiro, el sacerdote había calado entre la gente gracias a su simpatía y su sentido del humor. Tras sus últimas palabras en la iglesia de San Miguel, hubo emotivas despedidas e incluso lágrimas de pena. La respuesta fue inmediata y los parroquianos ya están organizando un viaje para ir a Betanzos el próximo fin de semana, para asistir al primer oficio de padre Ripoll en su nueva feligresía.

"Ya que aquí no tenemos cura ni sabremos cuando volveremos a tener misas, iremos allá a verlo, no valla a ser que allí no tenga feligreses", comentaba Marisa Sanmartín a la salida de la ceremonia religiosa de ayer. Ella, como otros tantos, mostraban ayer su disconformidad con la decisión del traslado de Ripoll. "No queremos a otro párroco en su lugar, lo queremos a él, cumple con sus obligaciones en todas las parroquias y trata a sus feligreses con respeto e igualdad", comenta Marisa, al tiempo que anunciaba la posibilidad de volver a realizar una recogida de firmas, para evitar su traslado.

Recuerda otro feligrés, Manuel González, que hace unos siete años ya realizaron una recogida de firmas para evitar el traslado del padre Ripoll. "Reunimos 2.600 peticiones en todo Campo Lameiro, porque entonces nos parecía injusto que lo obligaran a irse de sus parroquias", explicaba. Según Manuel, esta vez, el traslado "los pilló más desprevenidos", pero sobre todo "respetarán" la decisión final que tome el sacerdote.

También está el caso de Pablo. Con cuatro años, recién llegado Ripoll a la parroquia, empezó a servir como ayudante del sacristán. "Como él empecé hace once años y ahora solo tengo catorce", explicaba. Reconoce que lo echará de menos, pero que "espera servir al siguiente sacerdote".

"Por ahora no sabemos quien viene, habrá un aniversario de un fallecimiento el próximo jueves, oficiado por padre Ripoll, pero luego no habrá más ceremonias hasta nuevo aviso", comenta el sacristán, quien apunta a que tendrán que avisar al vicario en casos de funerales. También hay nerviosismo, ya que el 27, 28 y 29 de este mes se celebra San Miguel, patrón del municipio, sin un cura que oficie la ceremonia religiosa.