"Me voy a Betanzos, no a Berlín ni a Suiza, además, este año tengo el carné así que aprovecharé para ir a ver al Deportivo". Con estas palabras se despedía ayer el sacerdote José María Ripoll de sus feligreses, en la que fue su última ceremonia dominical en San Miguel.

Su humor y simpatía conquistó desde hace 11 años a las parroquias de Campo Lameiro, Muimenta, Couso Fragas y Murillas. Reconoce que "siente pena" por dejar Campo Lameiro, pero asume con resignación su marcha. "El obispo me ofreció un cambio y acepté", comenta Ripoll. El sacerdote atenderá ahora Requián y Piadela en Betanzos e Iñás en Oleiros.

Su truco para ser tan querido es "ser un cura como los que hubo toda la vida". "En la Iglesia está todo inventado, a veces toca no transigir, otras enderezar, pero lo que hay que hacer es vivir con los feligreses", explica. Conocido por ser poco "ortodoxo", critica otro tipo de sacerdocios más habituales hoy en día, "los mercenarios del oficio". "Antes atendías a solo una parroquia, que conocías bien, ahora muchos tienen que hacer ocho o diez parroquias, van y vienen, no viven en ninguna y la relación con la gente es menor".

Cita al papa Francisco I cuando se le pregunta por cómo tiene que ser la Iglesia: "Hay que llegar a las periferias existenciales".

A los parroquianos de Campo Lameiro les pide que acojan bien a su sucesor. "Un buen recibimiento hará que les coja cariño enseguida", explica. Eso si, reconoce que pronto volverá para visitarles. "Seguro que podremos hacer una comida, para recordar los viejos tiempos", como cuando iba con varios vecinos a ver al Pontevedra. El padre Ripoll cambiará Pasarón por Riazor.