Las ideas equivocadas o distorsionadas que tanto la sociedad en general como los padres en particular tienen sobre la adopción, los problemas que se le plantean a los menores adoptados y a las familias que los acogen, fueron los asuntos analizados por el psicoterapeuta Andoni Mendia, en una charla organizada por la Asociación Galega de Axuda á Adopción, Manaia.

- Podría parecer que tener muchas ganas de tener un hijo y una posición económica desahogada es suficiente para adoptar. ¿Es así?

- Esos son dos de los tres mitos sobre la adopción de los que hablo en este taller: los mitos de la abundancia y el amor. Parece que a un niño o niña que viene de un país pobre, con cubrirle las necesidades materiales ya se va a solucionar el conflicto que traen de allá y obviamente no es así. Estos niños, a diferencia de los otros, han vivido un proceso difícil de gestionar, como es el de la separación de sus madres biológicas, que no han comprendido nunca. Estar aquí en unas mejores condiciones económicas no va a resolver ese conflicto emocional y afectivo. En cuanto al mito del amor, algunas familias piensan que al darles todo el cariño del mundo se va a solucionar ese conflicto emocional que tiene el niño, y eso tampoco funciona. Con estos niños el amor no es suficiente. Es verdad que tenemos que darles todo el amor que sea necesario para compensar la carencia que han vivido, pero hay que pensar que en muchos casos vienen de situaciones muy difíciles.

- ¿Por qué no es suficiente?

- Muchos de esos niños han vivido los primeros años de la infancia, que son los años fundamentales de la construcción de la identidad, sin una madre, o un padre, cuidándoles, educándoles. Y eso lo que genera muchas veces es un trastorno en el apego y una dificultad para construir una relación afectiva con las familias adoptivas. Muchas veces vamos a poder compensar una parte del amor que les falta, mínima a veces y un poco mayor otras veces, depende de la situación en la que estén los propios críos. A veces llegan con unas patologías muy complejas. Muchas veces me encuentro en la consulta con la frustración y la insatisfacción de esas familias, que sienten que le han dado al niño muchísimo cariño y afecto, pero ven que eso no funciona.

- ¿Es alto el nivel de frustración entre las familias adoptantes?

- Es alto, sí. La queja fundamental de las familias es que muchas veces las diputaciones provinciales, que son las que gestionan todo el proceso de adopción en los países, lo que han hecho es enviar a los países de origen a las familias adoptivas, sin plantearles con qué se van a encontrar. La función de las asociaciones de familias adoptantes es esa, encontrarse con otras familias que se han encontrado con los mismos problemas, contrastar ese nivel de frustración y ayudarse.

- ¿Cuál es el tercer mito sobre la adopción del que habla?

- El del abandono, aunque no sé si es tanto un mito como un fantasma, pero sí que hay una idea generalizada de que un niño que viene de un orfanato ha sido un niño abandonado. Las familias adoptantes muy pocas veces tenemos una información concreta o muy clara de cómo ha sido la separación de sus familias originarias, no sabemos si han sido abandonados o no. Pero aquí se suele sistematizar esa idea de que niño adoptado ha sido un niño abandonado. Es una idea errónea o al menos sesgada de la situación. No tenemos que olvidar que muchas veces estos niños vienen de países con una pobreza extrema, como Etiopía, Colombia, México, China. Como proceden de una situación en la que hay una pobreza extrema, muchas veces la llegada de esos niños a un orfanato tiene más que ver con la situación de pobreza de la propia madre. Son niveles de pobreza extremos en los que los padres ven que no tienen para dar de comer a esos niños y los entregan a estas instituciones pensando que así van a estar mejor. Eso no es un abandono.

- ¿Cómo puede llegar a resolver ese conflicto el niño?

- A medida que vaya creciendo tendrá que hacer un trabajo de interiorización, de reflexión sobre lo que le ha pasado en la vida, sobre por qué les ha pasado, y aceptar que a pesar de todo ha tenido la suerte de poder optar por una familia, que otros no.

- ¿Qué opina sobre el papel de la escuela en este proceso?

- La escuela es una institución que está muy perdida en cuanto a la intervención con menores adoptados. Hay una tendencia a la uniformización, a pensar a que todos los niños deben ser educados de la misma forma, y a causa de eso se da una descompensación grande. Porque un niño que llega de un país pobre, con 4, 5, o 6 años, no ha pisado un medio de socialización como es una escuela o una guardería, mientras que aquí prácticamente desde que nacen ya inician un proceso de socialización en ese ambiente que le permite manejar esa situación.

- En cuanto a la situación legal, ¿es más fácil o más difícil adoptar?

- Ahora es bastante más difícil. Se ha complicado muchísimo. Prácticamente se ha parado la cuestión. Y si la cosa está complicada para las parejas heterosexuales lo está muchísimo más para las homosexuales. En muchos países les van a decir que no ya de entrada.