"Venga que podéis", "campeones, campeones", "unos metros más, resiste". El atleta portugués apenas pudo esbozar una sonrisa cuando fue recibido en la calle Sarmiento con una ovación. El público premiaba así un esfuerzo titánico: se había caído momentos antes de la bicicleta y tras completar esa prueba corría sus 5 últimos kilómetros sangrando por la axila y desencajado, pero sin ninguna intención de abandonar. Es uno de los ejemplos de superación que el mundial de duatlón dio durante el fin de semana.

Miles de personas, público, atletas y acompañantes llenaron la ciudad de animación y pusieron a prueba tanto a los servicios públicos de la ciudad (que llevaron a cabo los dispositivos de seguridad, control del tráfico, limpieza etc) como la labor de los cientos de voluntarios y a la hostelería. El cierre al tráfico de una veintena de calles, entre ellas la N-550 hasta Barro durante toda la jornada de ayer provocó retenciones en algunos puntos, si bien la Policía Local aseguró, al término de la jornada, que el dispositivo "funcionó my bien", algo que se atribuye sobre todo a la "colaboración ciudadana" y a la ayuda de decenas de voluntarios.

La afluencia de atletas, muchos de ellos extranjeros, provocó que la práctica totalidad de los establecimientos ubicados en las plazas y en las principales calles del centro histórico registraron una intensa demanda. Otro tanto sucedió en el caso los hoteles, llenos durante el fin de semana. Y como fin de fiesta, la actuación de la orquesta Panorama en el recinto ferial.

La verbena de la admirada agrupación obligó a mantener cerrado al tráfico un tramo de la avenida de Compostela (el sector más cercano al río) y la calle Rafael Areses, lo que complicó la entrada y salida de Pasarón, donde el Pontevedra jugaba con el Atlético Granadilla. Como es habitual, una legión de incondicionales acudió hasta el recinto ferial para disfrutar de la música, los bailes, el espectáculo en suma, de la Panorama. Su actuación obligó a mantener el dispositivo de tráfico y seguridad hasta la madrugada.

En estos días de mundial se repitió una imagen, la de los grupos de deportistas y sus acompañantes haciéndose fotos en las principales plazas y calles, ante las fuentes etc con las banderas de cada uno de sus países y pidiendo platos típicos. Y es que la gastronomía, española pero, especialmente, la gallega, fue uno de los grandes reclamos de las taperías, bares y restaurantes.

Por su parte, aquellos que acudieron a la ciudad para disfrutar del gran ambiente y animar a los atletas prefirieron fotografiar a los deportistas, muy especialmente a los discapacitados, ovacionados una y otra vez a su paso por el circuito. Este recorrido incluyó las principales calles del centro histórico en el caso de las carreras, mientras que las pruebas en bicicleta se realizaron por el entorno del río y ayer por la carretera N-550 hasta Barro. Decenas de voluntarios se encargaron de abrir y cerrar las vallas para permitir el paso de los peatones a las distintas zonas del circuito, en el que el sábado midieron sus fuerzas los deportistas profesionales y ayer los aficionados.

Si en el caso de los profesionales predominaron los atletas muy jóvenes, ayer todas las edades tuvieron su espacio, hasta deportistas de 78 años (caso de un corredor procedente de Indianápolis, en Estados Unidos) o de 86 años, los que tiene un atleta australiano que disputó la prueba. Su ejemplo, y especialmente el de los paradeportistas, fue destacado ante los niños por los numerosos padres que se dieron cita a lo largo del circuito para presenciar la prueba. Además de las familias, los grupos de amigos fueron predominantes entre el público. Unas y otros no se cansaron de dar ánimos a quienes hicieron gala de los mejores y más profundos valores del deporte.