Pontevedra es, para bien o para mal, una ciudad administrativa y de servicios, actividades ambas con un elevado grado de estacionalidad y dinamismo laboral intrínseco y con una gran capacidad de renovación y en las que, a pesar de la crisis, el emprendimiento y el autoempleo encuentra "nichos" profesionales. Pero Pontevedra era también una urbe con una arraigada tradición constructora lo que explica que, a pesar del zarpazo de la burbuja inmobiliaria y el desplome de la obra pública, existan a día de hoy hasta 297 firmas (microempresas en su mayoría) dadas de alta en la Seguridad Social bajo el epígrafe de construcción.

Los datos cruzados de la Encuesta de Población Activa (EPA) y del Instituto Galego de Estadística (IGE) permiten constatar que Pontevedra perdió 2.800 puestos de trabajo desde el año 2010, una sangría que fue especialmente cruenta en la construcción con la pérdida de 900 empleos directos (el 39,2% del total) y en la industria, con 900 bajas (el 32%).

Además en el último trienio se destruyeron 400 empleos en el sector primario (agricultura y pesca) y 300 en el terciario (servicios).

El desplome laboral, que mensualmente muestra su cara amarga con los datos del paro, deja la población ocupada de Pontevedra en 29.500 personas frente a loas 32.300 que había en el arranque de la década. Supone una merma del 8,7% que, sin embargo, es ligeramente inferior a la caída media en el conjunto de la provincia y de Galicia, en donde la destrucción de empleo redujo el censo de ocupados en un 9,3 y un 9,4% respectivamente.

Diferencias por género

La destrucción de empleo en la ciudad del Lérez, al menos entre 2010 y 2013, tuvo una mayor incidencia entre los varones que entre las mujeres ya que la sangría se cebó en sectores muy masculinizados: la construcción y la industria (con la excepción de la conservera). Así la ocupación masculina disminuyó un 13,4% mientras que la femenina, en el mismo periodo, cayó un 2,6%.

Esta circunstancia ha propiciado un inusual equilibrio en el mercado laboral pontevedrés, en donde a día de hoy su población ocupada se reparte entre 14.900 varones y 14.700 mujeres cuando en el 2010 había 17.300 trabajadores en activo y 15.100 trabajadoras.

Además de un inusual equilibrio entre géneros, la evolución del mercado local del trabajo está llevando a una masculinización del sector servicios en el que, hasta ahora, más del 65% de sus empleados son mujeres.