La celeridad del proceso es uno de los principales argumentos esgrimidos por los adoptantes internacionales a la hora de explicar por qué se decantaban por esta opción. Sin embargo esta ventaja empieza a no ser tal. A día de hoy, según apuntan fuentes de Consellería de Benestar, en la adopción internacional los tiempos de demora se han acrecentado hasta situarse, con frecuencia, en plazos de cuatro, cinco y hasta seis años. Una dilación que tiene que ver con la disminución del número de menores susceptibles de ser entregados debido r la implantación de mayores controles y cambios legislativos en los países de origen.

Esta demora se aproxima al tiempo de espera medio de un menor nacional que está en siete y ocho años. El plazo se acorta en menores con necesidades especiales.