Nos llega una alarma desde los dueños de un céntrico edificio de viviendas que se han encontrado en todos los rellanos de sus escaleras unas grandes cajas instaladas por no saben quien, demandando ropa y calzado. Parece ser que no es el único en el que ha sucedido esto pero los propietarios que nos comentan este hecho se quejan de que quien haya puesto las cajas no tuvo el respeto de pedir permiso a la comunidad de vecinos y obró como si la casa fuese suya. Según aseguran, en las cajas aparece el nombre de una supuesta asociación y un teléfono al que han llamado sin obtener respuesta alguna y ahí empiezan las elucubraciones: Que si se trata de una organización mafiosa; que si lo que quieren es vigilar los pisos para saber donde pueden entrar a robar; que si lo que recogen es para hacer negocio y no para darlo a los pobres... La realidad es que las cajas fantasma no gustan mucho y quienes las colocan deberían explicar muy bien quienes son y pedir permiso para utilizar la casa ajena. ¿O no?