La moción que originó el cambio de ubicación del monumento a Vincenti fue presentada por el concejal Salvador de Juan Ponsada, y obtuvo luego el respaldo entusiasta por la corporación pontevedresa. Ponsada también era secretario de la Escuela Normal de Maestros; de ahí su especial querencia por el diputado fallecido, siempre tan unido a aquel centro educativo.

Por acuerdo plenario la iniciativa se transcribió íntegramente en el acta de la sesión y se reconoció a Vincenti como "defensor acérrimo de la enseñanza y constante benefactor de todo lo que significaba patriotismo, cultura e ilustración".

La Sociedad Económica de Amigos del País, el Círculo Católico de Obreros, las Escuelas de Doctrinas Sociales, la Sociedad de Socorros Mutuos, el Centro Instructivo del Obrero, la Sociedad Artística Musical o el Roperillo Escolar? A todos ellos ayudó de una u otra manera. También impulsó por igual la construcción del puente de A Barca que el monumento a los Héroes de Pontesampaio, entre un sinfín de iniciativas.

Cuando el escultor Fernando Campo Sobrino (hermano de Enrique, el gran dibujante y primo de Carlos, el reconocido pintor) recibió el encargo de realizar el monumento a Vincenti, ya sumaba varias distinciones de cierta importancia y estaba a punto de alcanzar el momento álgido de su labor creativa.

Precisamente ese reconocimiento artístico unido a su condición de pontevedrés de pro resultaron determinantes en su elección por parte de la Asociación Nacional de Maestros para ejecutar el monumento en homenaje a quien tanto había trabajado en favor de la enseñanza pública en España en general y en Pontevedra en particular.

El gran conjunto monumental, de 375 x 127 x 196 centímetros, combina el granito, el mármol y el bronce al gusto de su tiempo, aunque con marcado acento ecléctico. Sobre un potente pedestal, con dos pilas acanaladas, el relieve de una maestra enseñando a leer a un niño y también el escudo de Pontevedra, asciende y corona el monumento un busto de Vincenti, fiel reflejo de sus rasgos físicos.