Señalizadores de necrópolis, elementos para la observación de los astros, monumentos a la fertilidad... Solo en la provincia de Pontevedra se contabilizan oficialmente por el momento 26 menhires, algunos ubicados en el mismo municipio de la ciudad del Lérez (caso de los de Monte Lourado, Monte das Croas y Cerponzóns), y numerosos más en Cuntis, Moraña, Sanxenxo, Marín, Pontecaldelas, A Lama... Son los hermosos monumentos prehistóricos a los que se dedica la obra "O uso das pedrafitas no Neolítico Galego", que Alberte Alonso presenta en colaboración con la Sociedade Antropolóxica Galega

-¿Las pedrafitas son lo que conocemos como menhires?

-Si, son conocidos universalmente como menhires, que es un término bretón en donde "men" quiere decir piedra e "hir" largo, es decir, piedra larga, en Galicia tenemos nuestra traducción propia que es pedrafita, piedrahita en castellano.

-¿Es Galicia rica en este tipo de monumentos megalíticos prehistóricos?

-Si, siempre lo ha sido, lo que sucede es que no estuvieron considerados como tales, en los últimos tiempos las investigaciones que se vienen realizando demuestran que si, que hay una importante concentración, que abundan más de lo que se había constatado hasta hace unos años.

-¿Eran confundidos?

-Si, ese fue el problema, eran confundidos, malinterpretados y hasta maltratados por la mano, entre comillas, del oficialismo que en ocasiones no reconoce el verdadero monumento, en el sentido de que porque algunas de ellas no incluyan "coviñas", epígrafes o marcas no son considerados como tales menhires. Ahora en los últimos tiempos hay un equipo de aficionados, antropólogos, arqueólogos e historiadores que han constatado que los menhires existentes duplican o triplican incluso el número que se había previsto, en estos momentos en Galicia ya hay cerca de un centenar de menhires descubiertos y más que irán apareciendo en los próximos años. De hecho esos investigadores cada poco tiempo estamos revisando ese número, pateando los montes en busca de menhires y cada poco tiempo se están descubriendo nuevos ejemplos.

-¿Para qué se hacían? ¿Cuáles eran las funciones de los menhires en la cultura del Neolítico?

-Dentro del gran mundo de los menhires tenemos que considerar varias tipologías, las que yo propongo en este libro "O uso das pedrafitas no Neolítico galego" que estamos presentando la Sociedade Antropolóxica Galega y yo son que tenemos unos menhires de observación astronómica, otros fálicos, otros estelas-menhires, otros que son estatuas-menhires, otros menhires ónfalos y finalmente las que tienen otro tipo de funciones. Las de observación astronómica sirven para registrar los equinoccios y solsticios ¿para qué servía esto? Pues nos tenemos que remontar al Neolítico, unos 6.000 años atrás, el hombre del Neolítico, al descubrir los cultivos y simientes, ya es capaz de vivir de la agricultura y deja un poco de mano la caza, entonces se tiene que guiar de alguna manera y adelantarse a los ciclos de la naturaleza, a la llegada de las cuatro estaciones, hace miles de años esto era incipiente, se desconocía bastante las estaciones, y la observación astronómica hace como de calendario, un calendario solar, que señalaba equinoccios y solsticios para que esos hombres del Neolítico pudiesen ubicarse, centrarse bien en qué época del año se encuentra para llevar a cabo las diferentes tareas agroganaderas de la época.

-¿Con qué se relacionaban los menhires fálicos?

-Son sospechosos, recalco sospechosos, de cultos sexuales para la concepción, están relacionados con la fecundidad y la fertilidad. Después tenemos las estelas-menhires, que son ya más recientes, las estatuas-menhires, que también son la de Edad del Bronce, los menhires ónfalos, de la Edad de Hierro, quizás coincidiendo con la presencia celta en Galicia, y después otros menhires con otras funciones.

-¿Hay zonas específicas en donde se concentren?

-Podríamos centrarnos en algunos lugares elevados si tenemos la suerte de encontrar menhires de observación astronómica, hay que tener en cuenta que estos menhires se ubican por lo general en lugares abandonados, altos, en los que se pueda comprobar el traslado solar, para que así el menhir sirviese para constatar los equinoccios y solsticios.