"Que no esté nadie de la familia directa del asesino así como el propio asesino en Galicia tranquiliza y sosiega los sentimientos y los ánimos de la familia de las víctimas para evitar posibles venganzas". Con estas palabras expresaba la Sociedad Gitana en Galicia su satisfacción ante la noticia del traslado a una prisión de Castilla y León de José Luis Cortiñas, marido y asesino confeso de María Luisa Jiménez Jiménez, la mujer de Vilaboa cuyo cuerpo aparecía cosido a puñaladas el pasado martes en una pista forestal del concello de O Pino, cerca de Lavacolla.

Con el traslado a una prisión de fuera de Galicia del presunto autor del crimen y de uno de sus hermanos, que también estaba encarcelado en Monterroso, se completa el destierro de la familia Cortiñas. Una "orden de alejamiento", según el presidente de la Sociedad Gitana en Galicia, dictada por el consejo de ancianos gitanos de Galicia, integrado por los "gitanos mayores de respeto" y que da cumplimiento así a una norma no escrita pero que forma parte del código de costumbres calé. Y es que la sed de venganza por parte de los Jiménez podría llegar incluso al interior de la prisión de Monterroso, sino se cumplía esta orden de alejamiento también con el presunto asesino, tal y como explicaba este colectivo ayer en una nota de prensa.

Según explicaba ayer el propio Giménez, cumplida la orden del destierro, los esfuerzos que están realizando los líderes gitanos para evitar venganzas y enfrentamientos a raíz del crimen tienen mayores posibilidades de éxito. Al final, el éxodo migratorio de la familia Cortiñas a raíz de este crimen afectaba a "entre 20 o 30 familiares directos" (de primer y segundo grado) que residían en las provincias de Pontevedra y A Coruña, pero finalmente, el miedo a las venganzas y el rechazo generado al conjunto del clan familiar -no solo por los allegados de la víctima sino por el resto de los miembros de la comunidad calé en Galicia, que también los rechazaba- ha obligado a refugiarse en otra comunidad a más de medio centenar de personas vinculadas al núcleo familiar del presunto asesino, según Sinaí Giménez.

El líder gitano reconoce que como consecuencia del estigma que ha dejado sobre la familia Cortiñas el crimen cometido por José Luis han tenido que dejar su casa personas de hasta siete ciudades distintas de Galicia: Vigo, Pontevedra, Santiago, A Coruña, Ferrol, Vilagarcía y finalmente Lugo. Su destino, parece ser, el mismo que el del supuesto asesino, la comunidad de Castilla y León.

En las seis primeras localidades el destierro se ordenó por la coincidencia en las mismas de familiares de la víctima y del presunto asesino. "La familia de la fallecida ya ha sufrido bastante dolor y tiene derecho a seguir viviendo donde lo hace sin tener que encontrarse con familiares del asesino que tienen que perder", explica. En la ciudad de las murallas la marcha de los Cortiñas se produjo nada más conocerse la noticia de la aparición del cadáver de María Luisa "Lupe" Jiménez, por miedo a una venganza.

Sinaí Giménez explica que los ánimos siguen estando muy caldeados entre la familia de la víctima y la comunidad gitana en general y que los esfuerzos "están siendo muy grandes" para evitar venganzas. Por eso alerta de posibles "provocaciones" por parte de la familia del asesino que pudieran desembocar en una reacción incontrolable por parte de los Jiménez. La visita relámpago a Lugo de varios miembros de la familia Cortiñas (al parecer para recoger unos enseres) es uno de estos actos que Sinaí califica como "provocación" y que pide que no se repitan si se quiere mantener la calma. Giménez no entiende que esta medida de la expulsión haya causado tanta sorpresa entre los payos ya que recuerda que "los propios tribunales de justicia han adoptado los alejamientos de la cultura gitana para aplicarla entre víctimas y agresores" en casos de violencia machista y evitar así enfrentamientos. Giménez insiste en que esto no busca otra cosa de evitar "nuevas desgracias" o que "incluso otra persona inocente pueda pagar" por el execrable crimen. Cabe recordar que, además, en este caso, la familia de la víctima reprocha a la del presunto asesino que no hubiera "hecho nada" a pesar de los episodios de maltrato que padecía María Luisa más que "tratarla de loca y embustera".