La crisis económica y la falta de oportunidades laborales está mermando la población extranjera que reside en Pontevedra. En 2012, y después de más de 15 años de incremento continuado, este colectivo acabó los doce meses con saldo negativo: dejaron de residir en la ciudad 644 extranjeros y llegaron 599.

En cualquier caso, el total de extranjeros que se empadronaron en Pontevedra durante el pasado año es un dato significativo por sí, ya que estas 599 personas se encuentran lejos de las más de 900 que se cuantificaban en los años previos a que estallara la crisis económica, lo que supone un descenso de más del 33 por ciento.

Así pues, además del año 2007, momento en el que se registra el punto álgido de esta evolución con la llegada de 983 inmigrantes, durante 2005, 2006 y 2008 se registraron en las listas municipales 913, 917 y 872, respectivamente, tal como recoge el padrón municipal.

Es a partir de 2008, con el inicio de crisis económico-financiera y laboral, cuando el número de extranjeros que se asientan en la ciudad comienza a decaer de forma progresiva -766 en 2009, 701 en 2010 y 675 en 2011- hasta llegar a las 599 personas de 2012. A pesar de esto la comunidad extranjera continúo aumentando -pasó de contar con 2.934 personas en 2005 a 3.809 en 2011- una tendencia que se rompió el pasado año.

Este punto de inflexión está provocado principalmente por la disminución drástica del número de extranjeros que llega hasta la ciudad del Lérez para asentarse y no por aquellos que la abandonan, ya que, a diferencia de lo que ocurre con la primera cifra, este segundo índice no ha seguido una evolución lineal y el total de extranjeros que ha dejado de residir en la capital en 2012 (un total de 644) es menor que en los años anteriores al estallido de la crisis (573 en 2005, 806 en 2006, 763 en 2007 y 658 en 2008).

No obstante, tras 2008, se registra un repunte en el número de extranjeros que deciden abandonar la ciudad (740), un primer síntoma del inicio de la recesión económica que se cebó inicialmente con el sector de la construcción, algo que, unido a alta tasa de movilidad del colectivo, propició que muchos extranjeros abandonaran la ciudad (no necesariamente el país) en busca de más oportunidades.

Tras dos años con cifras de abandonos estabilizadas (537 en 2010 y 535 en 2011), el pasado año este índice volvió a sufrir un repunte para situarse en 644, algo quizá provocado por el fin y el recorte en las ayudas sociales.

"Notamos un incremento en el número de extranjeros que se acercan hasta el servicio de asesoría de nuestro sindicato para informarse sobre las oportunidades que existen de cara a su regreso", afirma el secretario comarcal de UGT, Ramón Vidal, quien cifra este aumento en torno al 20 por ciento en comparación con los últimos años.

Efecto dominó

De forma paralela, la organización percibe un descenso en el número de personas de este colectivo que solicitan asesoramiento legal. "La asistencia a trabajadores foráneos que vienen buscando información es cada vez menor. En los años de bonanza eran muy habituales, ahora cada vez son más esporádicos", confirma Vidal.

Desde el sindicato explican que uno de los empleos habituales que ha desempeñado la población extranjera -principalmente mujeres- es el servicio doméstico y los cuidados personales, sobre todo de ancianos. Sin embargo, el efecto dominó que tiene su punto de partida en 2008, con el estallido de la burbuja inmobiliaria, y que continúa con los posteriores recortes sociales y la pérdida generalizada de poder adquisitivo, está provocando que cada vez sean más la familias que deciden hacerse cargo de las tareas del hogar en detrimento de este colectivo. "En la ciudad los funcionarios y los trabajadores de la administración han sufrido una disminución en sus salarios de cerca del 25 por ciento. Este les obliga a replantearse determinados servicios que antes se contrataban", detalla Vidal.

Igualmente, el sindicalista señala que debido a las dificultades que tienen que afrontar las familias numerosas -encarecimiento de la sanidad, los estudios, la subida de impuestos-, éstas han pasado a calificar este servicio doméstico como innecesario.

En cualquier caso, ésta se trata de la última consecuencia de este efecto dominó que se cebó en primer lugar con el sector de la construcción. Entonces, tras 2008, ya se registró una primera fuga de trabajadores extranjeros -el perfil medio era "hombre joven y con una especialización media", detalla Vidal- que buscaban oportunidades en otras ciudades de España. "Todo ese sector decayó y se fue repartiendo entre otros".

Al margen del sector industrial, con poca capacidad de absorción, el colectivo inmigrante buscó nichos de empleo en el sector servicios. Tras varios años "aguantando", según Vidal, los últimos extranjeros en hacer las maletas y marcharse son aquellos que estuvieron empleados en el sector terciario. "Muchas familias han estado resistiendo hasta que los números no cuadran y se ven forzados a irse".

Mayor competencia

Otro factor determinante es el aumento "importante" de la oferta de trabajadores nacionales que buscan un empleo en nichos que eran impensables tan solo hace unos años. "Es gente que antes no se planteaba ser empleado doméstico y ahora se lo plantea, además con unos niveles muy elevados de formación. Había determinados trabajos que no se planteaban en el propio lugar de origen, pero sí en el extranjero. Se podía ser camarero en Alemania o Suiza, pero no aquí. Ahora esto está cambiando", asegura el secretario comarcal.

Así pues, al incremento de la oferta de trabajadores españoles para ocupaciones que tradicionalmente desempeñaban los inmigrantes se une a las dos principales causas que, según el sindicato, está provocando que, por primera vez en más de quince años, descienda la población extranjera de la ciudad: la falta generalizada de oportunidades y la eliminación de los nichos de trabajo que anteriormente existían.

Por último, desde UGT no sólo se perciben cambios económicos, sino también en la mentalidad de los inmigrantes. "Tienen una concepción de mayor prevención e inseguridad a la hora de hacer cualquier demanda. Consideran que están en un país foráneo y, aunque tienen una verbalización mayor de sus derechos, a la hora de reclamarlos se lo piensan más", explica Vidal.