A las siete y diez de la tarde del 10 de julio de 2002 salía de la estación de Renfe en Pontevedra en dirección al puerto de Marín la locomotora "Mikado". Propulsada a fuel oil y construida en 1952, era el tren de "gala" y prueba con el que las autoridades inauguraban el nuevo ramal ferroviario al puerto de Marín que se había comenzado a construir cien años antes, pero que nunca había sido rematado. El tren, que llevaba a bordo a 300 invitados de la Xunta (autora de la obra) todos vestidos de época, atravesó la plaza de Placeres en medio de un fuerte dispositivo policial que intentaba contener a los vecinos de Placeres, contrarios desde el primer momento a que el la línea férrea partiera en dos su plaza.
Los vecinos estaban en lucha desde el inicio de las obras, un año antes. Los trabajos se desarrollaban en medio de una fuerte oposición vecinal marcada por la contundente respuesta de la policía, así como de los vigilantes jurados de la obra, con cargas que terminaron con varios vecinos heridos. En esta primera batalla los vecinos resultaron vencidos. Entonces llegaron a recibir el apoyo de personalidades como el premio Nobel de Literatura, José Saramago, quien ya advertía de que esta derrota era solo temporal: "Mi intención es estar con estos vecinos luchadores y perdedores, momentáneamente", explicaba el escritor luso en uno de los correos que intercambió con los portavoces de la Plataforma.
Y efectivamente la derrota no duró para siempre. Los vecinos trasladaron la lucha en la calle a los tribunales. La primera victoria judicial llegaba en marzo de 2004 cuando una primera sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Madrid declaraba ilegal el trazado y obligaba a suprimir los pasos a nivel que atravesaban la plaza. La maquinaria de la administración no se detuvo ahí y agotó todas las vías de recurso hasta llegar al Supremo. En 2007 el Alto Tribunal ratificaba la sentencia y la declaraba firme. Los vecinos habían ganado la guerra, los tribunales obligaban a la administración a devolverles su plaza y, sin embargo, seis años después todavía no la han recuperado.
Una vez que se produjo aquel fallo judicial, el Ministerio de Fomento comenzó a estudiar alternativas para darle cumplimiento a la sentencia. Llegó a presentar al tribunal dos proyectos diferentes, uno para soterrar el tren (que es el que aceptan los vecinos) y otro que incluye dos pasos inferiores para vehículos y peatones (que es el que finalmente se ejecutará). Este último siempre fue el preferido por parte de las autoridades, sobre todo por la apuesta decidida que se realizaba por él desde la Autoridad Portuaria de Marín. Para el Puerto enterrar el tren no solo era técnicamente inviable debido a la cercanía del mar, sino que además supondría privar a la rada del servicio de ferrocarril por un periodo de tiempo demasiado prolongado mientras se ejecutaban las obras. El Puerto y la economía de la comarca no se podrían permitir este lujo, argumentaban.
Así las cosas, la presentación de una solución definitiva para los pasos a nivel de la plaza de Placeres se fue demorando en el tiempo. Fomento no parecía darse prisa en ejecutar el fallo hasta que hace justamente un año el Tribunal Superior de Justicia de Madrid exigió al Ministerio que se decidiese de una vez por uno de los dos proyectos presentados y que procediese con la mayor celeridad posible a ejecutar la sentencia. De lo contrario, el juez amenazaba con "acordar la ejecución forzosa del fallo a costa de dicha administración, previo nombramiento de un perito especialista que valore el costo y modo de realización de las obras necesarias".
Es quizás a raíz de este apercibimiento por lo que Fomento finalmente se ha decidido a mover ficha y se decanta por este proyecto que, sin embargo, no contenta a los vecinos. No solo mantiene la plaza dividida en dos por el tren, sino que aseguran que no da cumplimiento al mandato judicial. Para defender esta tesis la Plataforma se ampara en otra sentencia de la Audiencia Nacional que señala que el paso del tren por la plaza vulnera el Reglamento de la Ley de Ordenación de Transportes Terrestres. Para los vecinos, este decisión judicial cierra la puerta a cualquier intervención en Placeres que no conlleve la retirada de las vías del tren o su soterramiento. Por lo tanto, parece que el conflicto que ya dura casi trece años seguirá vivo.
Rellenos del puerto
Los pasos a nivel fueron el germen de otras batallas judiciales que emprendió la plataforma de Placeres y que terminaron todas en victoria. Aquel tren despertó la ira vecinal que acabó con la reciente ilegalización de 300.000 metros cuadrados de rellenos, un fallo que dejó en una importante situación de inseguridad jurídica al puerto de Marín.