Un saldo migratorio positivo (cifrado en 300 personas) habla de una Pontevedra que mantiene, contra viento y marea, un cierto dinamismo económico y laboral que también queda en evidencia en la resistencia al cierre de las pymes y en un repunte del emprendimiento y el autoempleo. Su doble condición de capital administrativa y cabecera de comarca hacen de ella un punto de referencia y creciente destino de ciudadanos que buscan una oportunidad para labrarse un futuro personal y/o familiar a pesar de su pequeño tamaño (el padrón actualizado refleja una población de 83.253 habitantes).

En el último año se inscribieron 3.051 "nuevos" pontevedreses en tanto que 2.751 nacidos en la ciudad del Lérez hicieron la maleta para irse a vivir, bien por estudios o bien por trabajo. a otro lugar. En ambos casos los cómputos incluyen individuos y núcleos familiares.

En torno a la mitad de las emigraciones (pontevedreses que se marchan) y también de las inmigraciones (personas que llegan) se producen dentro del ámbito territorial de la provincia, según acredita la última información recogida por el Instituto Galego de Estadística (IGE) correspondiente al año 2011. Así de los 2.752 capitalinos que optaron por cambiar de lugar de residencia, 1.408 - el 51% en términos porcentuales- se instalaron en algún otro municipio de Pontevedra, en tanto que otros 398 -el 14,6%- lo hicieron en alguna de las otras provincias gallegas.

Paralelamente, la capital incrementaba su censo local con 1.470 pontevedreses nacidos en alguno de los otros 61 ayuntamientos de la provincia -es decir un 48% del total de las nuevas incorporaciones- y con otros 434 gallegos llegados desde A Coruña, Ourense o Lugo.

A pesar de la natural querencia por la proximidad geográfica, cultural y afectiva de los que deciden abandonar la ciudad para labrarse un futuro, van en aumento (potenciado primero por la globalización y después llanamente por la crisis) los pontevedreses que abandonan Galicia para trabajar o estudiar.

Durante el pasado año dieron este paso 945 capitalinos, de los que 812 se asentaron en otra comunidad autónoma, y de entre ellas de manera especial en Madrid o el País Vasco, y 133 optaron por trasladarse a un país extranjero.

Europa, para aproximadamente el 65% de los nacidos en la capital de la provincia que se decidieron a cruzar la frontera, fue el continente elegido y el resto se extendió por distintos puntos de América (Brasil, Panamá, México, Estados Unidos y Canadá sobre todo) y Asia (Dubai, Arabia Saudí, China e India).

Los pontevedreses que salen de la ciudad en busca de mejores oportunidades para su formación o para el desarrollo de una actividad laboral se sitúan, desde un punto de vista de la cualificación académica y profesional, mayoritariamente en los dos extremos: abundan los titulados universitarios (en distintas Ingenierías, Derecho, Medicina, Arquitectura o Idiomas) y trabajadores "sin título". En los dos casos -al igual que ocurre en el mercado de trabajo local- los empleadores (empresas o instituciones) prefieren profesionales altamente cualificados y/o con cierta experiencia y solvencia laboral lo que sitúa a los emigrantes pontevedreses (sobre todos los que cambian de comunidad autónoma o país) en la treintena.

Por su parte entre los "nuevos" pontevedreses incorporados a la ciudad durante el pasado año hubo 809 que llegaron desde otra comunidad autónoma y 346 que lo hicieron desde el exterior. Entre este último grupo de inmigrantes fueron mayoría los nacidos en Portugal e Italia y en distintos países de Latinoamérica (Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela, especialmente).

De los 346 inmigrantes procedentes de otros países elevaron el número de residentes extranjeros inscritos en el padrón municipal a 3.793, una cifra que supone apenas el 4,5% del total de los habitantes de Pontevedra, a pesar de que la cifra se triplicó en la última década y se multiplicó por seis en los últimos quince años.

Pontevedra es un foco de atracción para trabajadores cualificados industriales y de hostelería pero sobre todo para profesionales liberales, técnicos administrativos y profesionales vinculados a los servicios empresariales aunque, inmersos en la crisis, no es raro encontrarlos en empleos básicos.