Doce años de prisión por intento de asesinato. Esta es la pena que aceptó ayer Rolando Quintero Franco, el ciudadano colombiano de 25 años acusado de disparar en la sien a un compatriota suyo, Andrés Felipe Builes Gil de 38 años, cuando se encontraba en la pista de baile de la céntrica discoteca Río Latino de Pontevedra el 11 de abril de 2010.

El acusado reconoció ante los magistrados de la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Pontevedra que fue él quien aquella madrugada descerrajó un tiro en la cabeza a Andrés Felipe, con quien había ya mantenido enfrentamientos anteriores a causa de problemas familiares. Con la condena que asume apenas se rebaja en 4 meses la petición que realizaba inicialmente el Ministerio Fiscal y que fijó en 10 años por el asesinato en grado de tentativa y en dos por la tenencia ilícita de armas. El acusado también reconoció que días antes del suceso adquirió la pistola en Portugal, una Mini Blow de 8 milímetros, un arma que nunca llegó a ser localizada. Quien sí redujo sus pretensiones iniciales fue la acusación particular, que reclamaba una condena de 18 años de cárcel y un millón de euros de indemnización, sumándose finalmente a la petición del fiscal y permitiendo así que se alcanzase un acuerdo de conformidad que evitó un largo juicio de dos días en el que debían prestar declaración los numerosos testigos se encontraban aquel día en el interior de la discoteca.

Finalmente, la Audiencia de Pontevedra dictará sentencia por estos doce años de prisión (de los que Rolando Quintero ya cumplió dos en prisión provisional) y fijará una indemnización de 432.550 euros, tal y como solicitaba el fiscal, por las graves secuelas que padece la víctima. Al parecer, solo un ligero movimiento de cabeza por parte de Andrés Felipe Builes Gil en el último momento, así como la presencia en las inmediaciones de una ambulancia y un médico de forma casual, permitieron que hoy siga con vida.

"Estoy satisfecho"

La víctima, a la que se le aprecian importantes secuelas a simple vista con una parálisis total de un brazo e importantes cicatrices, aseguró después del juicio que se siente "satisfecho" con la pena impuesta a Rolando Quintero. "Creo que se hizo justicia", dijo al terminar la vista oral. Una indemnización que ahora deberá reclamar al Estado ya que el acusado es insolvente.

Un largo historial de reyertas entre ambos con acusaciones de malos tratos

"No sé lo que le pasaría por la cabeza aquella noche, se le cruzarían los cables". Andrés Felipe Builes todavía no se explica qué llevó a Rolando Quintero a dispararle a sangre fría en una discoteca llena de gente. Con todo, reconoce que ambos ya habían tenido algún encontronazo anterior y que la relación no era buena: "Nosotros ya tuvimos enfrentamientos antes, pero no como para que me pegara un tiro". "Problemas familiares" que él ya creía "solucionados", añadió después.

Fue la abogada de la defensa quien arrojó algo más de luz sobre la difícil relación que ambos mantenían y que acabó de forma tan violenta. Según su versión, la víctima llevaba tiempo "metiéndose con la familia" de Rolando Quintero "desde hacía tiempo". "Ambos habían tenido varios enfrentamientos previos, incluso con armas blancas y de manera reiterada". También se produjeron, explicó, "amenazas veladas" por parte de Andrés Felipe que se extendieron por el ambiente que ambos frecuentaban y según las cuales "el perjudicado le iba a hacer algo tanto a él –por el acusado– como a su mujer" (la del propio Rolando Quintero, quien esperaba un hijo ya que su pareja entonces estaba embarazada). La mujer de Rolando, el acusado, era además sobrina de la esposa de Andrés Felipe y, según la letrada, toda la familia de la joven se llevaba mal con el perjudicado "ya que decían que Felipe maltrataba a su mujer". Una última reyerta familiar días antes del 11 abril precipitó los hechos.

"Me puso el arma en la sien y disparó, iba a por mí"

"Los médicos del neurocirugía del Cíes y todos los que me atendieron fueron los que me salvaron la vida", explicaba al término del juicio la víctima, Andrés Felipe Builes Gil, quien indica que se acuerda perfectamente de todo lo que sucedió aquella madrugada. "La lucidez no la perdí pese a la fuerte medicación", explica. "Estaba en la pista de baile hablando con una chica y él me puso el arma acá a un lado de la sien y disparó, iba a por mí", relata.

Todavía no percibió ninguna indemnización por las graves secuelas que padece ya que "había que esperar al juicio", explica. "Ahora estoy muy limitado, un brazo ya no lo voy a mover nunca, no podré volver a trabajar ya que no lo puedo mover para nada", añade. Las secuelas a consecuencia del disparo son evidentes y aunque puede caminar, lo hace ayudado por un bastón. Una gorra también intenta minimizar visualmente las secuelas que le dejó en su cabeza el impacto de bala.

Tras varios meses en la UCI, Andrés Felipe precisa de una craneoplastia por pérdida de sustancia ósea en una "extensa área fronto-parieto-temporal-extensa", parálisis de la zona izquierda de su cuerpo grave, paresia del nervio facial, trastornos de personalidad con alteraciones de la memoria y vértigos, trastorno depresivo moderado y hundimiento de la parte izquierda del cráneo con múltiples cicatrices.