Cerca de doscientos delegados de CIG irrumpieron ayer en sendas oficinas del Banco de Santander y del BBVA, ubicadas en las calles Michelena y Gutiérrez Mellado, para denunciar que la banca es la gran beneficiaria de la crisis (a final de año recibieron un billón de euros) y reclamar que fluya el crédito para aliviar la agónica situación de empresas, pymes y familias.

Los delegados sindicales decidieron ambas protestas en una asamblea previa en la que analizaron el impacto de la reforma laboral y elaboraron un calendario de movilizaciones para animar a la participación de los trabajadores en la huelga general del próximo 29 de marzo. De hecho mañana volverán a salir a la calle para trasladar su rechazo a la reforma laboral ante las administraciones.

De la primera sede bancaria ocupada, los delegados de CIG fueron desalojados sin mayores problemas por la Policía Nacional que había sido avisada por el director de la sucursal bancaria que al ver entrar a los manifestantes optó por cerrar la puerta y dejarlos dentro.

La presencia policial degeneró en un enfrentamiento verbal entre el dirigente de CIG Xabier Aboi y los agentes, que procedieron a su identificación lo que se traducirá previsiblemente en un expediente de sanción administrativa (multa).

Tras este altercado los delegados de la central nacionalista se dirigieron en manifestación hasta la cercana oficina central el BBVA en donde permanecieron con sus pancartas y gritando consignas durante unos veinte minutos, sin que se produjesen incidentes. La oficina siguió abierta y sus empleados trabajando en todo momento.

Dentro y fuera de ambas sedes bancarias se lanzaron al aire billetes de 500 euros, con la cara de Mariano Rajoy y en el reverso los lemas: "Coas políticas do PP: os pobres máis pobres e os ricos máis ricos" y "Contra a dictadura dos mercados, soberanía nacional".

La CIG reivindica una profunda reforma fiscal que grave las rentas más altas, y el capital especulativo.