Los petroglifos son grabados en piedra de unos 4.000 años de antigüedad, con formas y representaciones muy propias que definen un grupo de arte rupestre bautizado inicialmente como "galego". No obstante, las nuevas investigaciones hacen pensar a los investigadores "en matizar el nombre y llamarles arte rupestre de las Rías Baixas, porque es en esta zona concreta donde aparecen las manifestaciones más espectaculares", explican Antonio de la Peña Santos y Buenaventura Aparicio Casado, autores de la "Guía de petróglifos de Galicia" presentada ayer y dos de los expertos que han encontrado conexiones entre el arte rupestre gallego y el de las Islas Británicas.

—Desconocemos el lenguaje simbólico de las sociedades que crearon los petroglifos, por tanto no sabemos que representan.

—Antonio de la Peña: No, una de las cosas que nos sorprende a los que trabajamos en arte rupestre es que la gente se pregunta qué significan. Y cuando les dices que nunca llegarás a saberlo, que en realidad podemos aproximarnos o saber las finalidades pero que nunca vamos a comprender y a saber exactamente qué es lo que querían decir esas personas a través de ese lenguaje la gente se queda confusa y triste. Sin embargo esas mismas personas llegan a un museo de arte contemporáneo y pueden disfrutar enormemente de manifestaciones artísticas que no entienden nada. O incluso en un cuadro de Botticelli o se conoce la mitología grecolatina o no se sabe comprender del todo y eso a la gente no le preocupa, pero si ir a Mogor y ver las figuras concéntricas y no saber que significan. Nunca llegaremos a saberlo por una razón: es un lenguaje simbólico de una sociedad que desapareció hace 4.000 años, son nuestros antecesores y provenimos directamente de ellos, pero por el medio otras manifestaciones culturales (la cultura grecolatina, judeo cristiana etc) condicionaron nuestro modo de ver y entender el mundo y no podemos llegar a comprender ese tipo de figuras, pero eso no desmerece en lo más mínimo el goce estético de disfrutar de ellas.

—¿Dónde están las catedrales del arte rupestre gallego?

—ADP: Donde buenamente pueden, en medio del monte, y están los que han sobrevivido, porque hay que tener en cuenta que el paisaje que rodea a las piedras no tiene nada que ver con el de hace 4.000 años, se ha modificado la vegetación, el clima y la orografía del terreno, porque han sido miles de años de actuación de los canteiros. Y además de las destrucciones sistemáticas para los trabajos de cantería (todos sabemos la realidad de Galicia) está la erosión y nos consta que conocemos la mínima parte de lo que debió de ser en su momento y que muchas, muchísimas rocas todavía están apareciendo en zonas como la Costa da Morte o en el interior de Galicia.

—Pero siempre es el mismo granito en todas las obras ¿qué deducción hacen los especialistas de este hecho?

—ADP: Están siempre condicionados por ese granito específico de dos micas, el típico de las Rías Baixas, como no se conocen grabados sobre otro tipo de soportes tenemos que pensar que hay un condicionante, que muy posiblemente hubo otros materiales y otras técnicas. Estos señores invirtieron tiempo y esfuerzo económico en grabar unas figuras cuando podían pintarlas, si lo que se pretendía era simplemente representar círculos concéntricos lo más barato, fácil y rápido era pintarlo, si se pierde tiempo y esfuerzo en grabarlo quiere decir que era algo muy importante, muy serio, que se intentaba transmitir un mensaje a las generaciones posteriores, algo que perdurase. Y si vemos que esos mismos códigos y representaciones se reparten de forma totalmente uniforme por todo el espacio que ocupa el arte rupestre gallego y si vemos que se reproducen exactamente igual en las Islas Británicas quiere decir que estamos hablando de algo muy serio: hace 4.000 años había un lenguaje que unía tanto a las Illas Británicas como a Galicia, es un dato más para determinar que existían relaciones culturales de tipo atlántico ya en momentos tan tempranos.

—¿Qué caracteriza al arte rupestre gallego? ¿Qué conecta yacimientos como el de monte Farelo con las Rías Baixas?

—ADP: Básicamente vienen a ser lo mismo, lo que sucede es que en zonas más marginales, por ejemplo en el Norte de Portugal, ya se nota como es un arte más periférico, las formas de distorsionan y eso también ocurre por el Norte de Galicia. En las Rías Baixas se concentra el núcleo básico, el más fuerte, y luego en las zonas periféricas se nota que hay relación pero las formas ya no son tan clásicas, algo que sucede en todos los estilos. En la zona sur de los petroglifos gallegos se nota la influencia del arte de la Meseta, lo que si ya es mucho más difícil de entender es el que exista esa relación tan idéntica entre los petroglifos británicos y los de Galicia, eso quiere decir que un gallego que fuese a Irlanda hace 4.000 años entendía perfectamente lo que se quería decir con esos grabados y viceversa. Lo que sucede es que además aquí tenemos otras manifestaciones que nos hacen aún más especiales, que son las figuras de animales, de seres humanos etc, que solo los tenemos nosotros, eso es lo que caracteriza al arte rupestre de Galicia y que lo hace propio y sin parangón, el arte figurativo.

—¿En qué estado de conservación se encuentra este patrimonio?

—ADP: Se lo puede imaginar: a algunas piedras les ha tocado la lotería, que son las incluidas en las áreas arqueológicas de Campo Lameiro y A Caeira. Mogor a lo mejor algún año de estos también pero el resto está simplemente a monte, no hay ninguna actuación sobre ellas y están a merced de los incendios, de las grandes obras públicas etc. Los únicos que tienen perspectivas de futuro garantizadas son los que están en esas áreas.

—¿Empieza a conocerse el arte rupestre gallego?

—Buenaventura Aparicio: Hoy las cosas han cambiado con respecto a solo hace diez años, por ejemplo Terras de Pontevedra tuvo el acierto de llevar este patrimonio a la feria de Madrid y los asistentes se quedaron asombrados de un arte que es nuestro, que es peculiar y que creo que es el arte más identitario de Galicia pero fuera no se conoce. De hecho trajimos periodistas de distintos puntos de España y se quedaron asombrados de la estética y el valor plástico de estas manifestaciones.