Fue el día que el papa Juan XXIII dijo que la paz del mundo estaba en peligro. Fue el día que la antigua URSS anunció su intención de reanudar las pruebas nucleares. Fue el día que el jefe del estado, Francisco Franco, presidió en A Coruña una corrida a beneficio de la asociación contra el cáncer. Precisamente ese fue el día que la televisión llegó a Pontevedra: el 2 de septiembre de 1961.

Hace 50 años, por tanto, que después de varios intentos, la estación receptora y emisora de Monte Pedroso, en Santiago de Compostela, logró transmitir la programación diaria completa de Televisión Española: desde las dos y media de la tarde hasta las doce de noche. La calidad de la imagen fue excelente aquel día en los poquísimos televisores que había en Pontevedra y Vigo, puesto que ambas ciudades compartieron aquel gran momento.

Prácticamente los únicos aparatos que sintonizaron tamaño acontecimiento en nuestra ciudad, estaban ubicados cara al exterior, en los grandes ventanales de los establecimientos más modernos del ramo; es decir Miguel Otero Rodríguez, concesionario de Telefunken; Auto-Radio, que tenía la exclusiva de Iberia; y Radio Zas, que vendía Philips. Estas fueron las primeras marcas de importación que se comercializaron en Pontevedra por aquel tiempo.

La gente se agolpó más que nunca ante sus escaparates, porque no hubo cortes de imágenes en los televisores. De modo que unos pontevedreses contaron al llegar a su trabajo que habían visto el telediario o la información deportiva, al pasar por delante de Miguel Otero; y otros dijeron, al llegar a sus casas un poco más tarde que de costumbre, que se había entretenido en Auto-Radio o Radio Zas viendo una película de vaqueros. Los niños que aquel día descubrieron la serie "Lassie", ya nunca quisieron perderse las aventuras de aquella perrita tan bonita, lista y cariñosa.

Así llegó la televisión a la vida de los pontevedreses. Un mes más tarde, todos los periódicos empezaron a incluir la programación diaria de Televisión Española. Los comercios locales pusieron aquellas navidades del año 1961 los primeros anuncios de sus televisiones "de 23 pulgadas", mientras que la empresa compostelana Televés hacía lo propio y recomendaba sus antenas "más sensibles y potentes".

La televisión se consideró entonces un signo de modernidad, antes que de riqueza. Solo podías presumir que tenías un aparato en casa, pero no podías lucirlo ni sacarlo de paseo como al coche.

Cuando la televisión llegó a Pontevedra, el impuesto de lujo que estaba aún vigente se anuló --no por ese motivo, naturalmente--, y muy poco tiempo más tarde se regularizó la venta a plazos. Ambas cosas contribuyeron a disparar las compras de televisores y electrodomésticos en general a partir de 1962.

Aunque las estadísticas eran bastante menos fiables entonces que ahora, los estudiosos del fenómeno de la televisión y su repercusión social en España dieron por bueno el dato de que el número de televisores en los hogares se multiplicó por siete a lo largo de los años 60: de 50.000 aparatos mayoritariamente concentrados en Madrid y Barcelona en 1961, se habría pasado en 1969 a 3.500.000 televisores ya repartidos por todo el país.

Los 100 primeros televisores se vendieron en Pontevedra, muy poco a poco, entre el invierno de 1961 y el verano de 1962. Posteriormente, la popularización del sistema de venta a plazos animó mucho sus compras en Navidades y Reyes de 1962-63.

A esa venta creciente ayudó bastante aquel año la retransmisión por vez primer de un campeonato mundial de fútbol, pese a que los partidos de la selección española en Viña del Mar se emitían en diferido dos días más tarde, cuando el resultado era sobradamente conocido. La técnica no daba para más. El España-Brasil que supuso nuestra eliminación de la primera fase, llegó a pasarse dos veces ante el interés despertado y la pasión añadida por Matías Prats en sus inigualables narraciones.

La expectación fue máxima en Pontevedra al año siguiente, cuando pudo verse por primera vez en televisión un partido del equipo granate. El Pontevedra C.F. se estrenaba en Primera División tras su memorable ascenso de la temporada anterior. Televisión Española retransmitió el 24 de noviembre de 1963, a partir de las ocho y media de la tarde, desde el estadio de la carretera de Sarria, en Barcelona, el partido Español-Pontevedra, que termino con empate a cero. No hace falta añadir que en los cafés y bares con televisión hubo aquella tarde-noche un lleno hasta la bandera.

No puede afirmarse que Pontevedra fuera un patio de vecindad en aquella época, pero las relaciones personales eran mucho más estrechas: aquí nos conocíamos todos, o eso se decía al menos. De modo que no hubo propietario de televisor bien nacido, que negase la entrada en su casa a familiares y amigos cercanos para disfrutar en su compañía de los programas más celebrados. Fue como una socialización bien avenida de cada televisor, totalmente al margen del régimen franquista

Los niños se volvían locos con las aventuras de "Rin-tin-tin", los dibujos animados de Huckleberry Hound, y las marionetas de Herta Frankel y su inefable perrita "Marilín". Y los mayores disfrutaban por igual con las películas, que con las obras de teatro o los programas de variedades y musicales: "Gran Parada", "Amigos del lunes" "Amigos del martes" y "Noche de estrellas". Afincada en Barcelona, la prestigiosa factoría teatral de "Los vieneses", que capitaneaba Artur Kaps, con Franz Johan, Gustavo Re y la propia Herta Frankel como rostros más populares, marcó toda una época.