La Galería Leonardo de París acogerá a partir del próximo 19 de abril la segunda exposición del artista pontevedrés Celso Varela, una muestra con la que este pintor continúa su proyección internacional.

—¿Qué obras presentará en la exposición?

—Sobre todo serán obras hechas desde desde 2010 y lo que va de este año, básicamente son cuadros realizados con técnicas mixtas, fundamentalmente paisajes, reinterpretaciones de paisajes que pinto siempre pero desde otra óptica.

—Después de varias décadas con una paleta contenida ha descubierto el color

—El color siempre me gustó, lo que sucede es que ha habido una evolución natural, mi progreso en la pintura siempre ha sido de un modo muy natural, sin forzar nada, y trabajé los pasteles, después volví a la técnica mixta, a los acrílicos etc y en general a técnicas que me permiten mucho colorido, también que dan tiempo a trabajar y trabajar sobre las ideas que estas desarrollando. Y lo cierto es que con estas técnicas me llevé una sorpresa, estoy muy contento.

—La luz es otra de las novedades en sus trabajos de 2011.

—La luz tiene mucho protagonismo, incluso he trabajado con amarillos que nunca había utilizado, ni soñaba con ello, pero que me permiten reflejar determinados días en la aldea, por ejemplo cielos cambiantes antes de la tormenta, para todo eso he utilizado mucho el color y la luz y lo cierto es que lo estoy disfrutando y que las obras llaman la atención.

—Afirma que su evolución en la pintura ha sido natural ¿también considera que el éxito le ha llegado de un modo natural?

—Pues sí, si le digo la verdad siempre he confiado en el azar, en mi vida el azar ha sido importante y curiosamente no es que el éxito me preocupase mucho, me obsesionaba más trabajar y encontrar un estilo que me definiese, pero parece que trabajando así ha acabado por llegar, pero no ha sido repentino sino que me ha llegado tras más de 30 años de trabajo, así es que después de todo (risas) considero el éxito merecido.

—¿Es más valioso el éxito que se sabe trabajado?

—Claro, trabajado y muchas veces sin ningún apoyo ni moral por parte prácticamente de nadie. Me veo como un montañero, si has nacido para eso sabes que eres montañero y lo volverás a intentar, que morirás seguramente en la montaña; mi vocación la veo así, un camino para el que no hay vuelta, me tocó el camino del arte y la pintura me eligió a mi, no yo a ella, por lo que he procurado (y lo he hecho encantado) seguir esa senda.

—¿Se imaginaba en su infancia en los años cincuenta en Briallos que sería artista o lo suyo fue una vocación temprana?

—La verdad que me imaginaba cosas que me preguntaba si otros niños de mi aldea las pensarían: antes, mucho antes, de que hubiese fotografías en color observaba las flores y los árboles, con sólo 8 o 9 años, y pensaba en una cámara de fotos (que ni tenía ni podría soñar con ella) con la que retratar esas flores, esos jardines. Y después la verdad es que ya dibujaba siendo muy niño, incluso sospechaban si calcaba los dibujos y para comprobarlo los ponían al trasluz en la ventana para comprobar que no los había calcado, así es que pienso que mi vocación ya en esos momentos estaba naciendo.