Fue en una revisión rutinaria. Chelo Lavía recuerda con claridad el momento, así como la dureza de los tratamientos, los efectos de la quimioterapia y que no tenía ganas de luchar "salvo por mis hijos y porque en casa me ayudaron un montón".

La historia de Carmen Ruano es casi idéntica, pero le costó más superar el diagnóstico, tanto que hasta las primeras revisiones (en las que le confirmaron que efectivamente estaba curada) "no empecé a recuperarme un poco; necesité ayuda de la psicóloga de la Aecc y del psiquiatra, me sacaron todo el pecho y fue muy duro, vomitaba tras cada sesión de quimio salvo la última, supongo que porque estaba más animada".

Todo fue hace 11 años, después le reconstruyeron el pecho y sencillamente Carmen olvidó el cáncer, "tanto que he tenido que ver la fecha en la que fue todo, por eso puedo decirles que el cáncer de mama se supera".

Sus palabras fueron refrendadas con un aplauso de los asistentes, ayer, a la mesa testimonial organizada por la Asociación Española contra el Cáncer (Aecc) con motivo del Día Mundial contra el Cáncer de Mama, una jornada para concienciar a las mujeres de la importancia de realizarse revisiones periódicas y participar en los programas de detección precoz.

En el caso de la provincia de Pontevedra, el Programa Galego de Detección Precoz do Cancro de Mama (concebido para mujeres de 50 a 69 años) exploró a 37.939 mujeres, lo que supone el 82,74 por ciento de la población en la franja de edad diana.

En el municipio de Pontevedra, las mujeres exploradas fueron 2.524 (el 86% de la población diana), lo que permitió detectar 13 patologías malignas.

En toda la provincia, fueron 97 mujeres las que recibieron ese duro diagnóstico y que se encuentran actualmente en tratamiento, una larga y penosa fase que incluye intervenciones, fármacos, quimioterapia y/o radioterapia de las que ayer hablaron las participantes en la mesa de debate.

A María José el cáncer no le pilló por sorpresa: ya lo había padecido su madre y ella lo sufrió cuando su hijo tenía sólo 3 años.

"Fue un corte radical en mi vida, con 30 años el cáncer hace que tu físico cambie y en esta sociedad tan ligada a la estética eso lo vuelve más difícil, pero yo puedo decir que el cáncer se puede superar y muy bien además".

Y es que a mayores de insistir en la necesidad de participar en los programas de prevención, las participantes en la mesa recordaron a las más jóvenes que no deben confiarse "en la idea de que esto no pasa hasta superar los 40 años", sino que deben revisarse con frecuencia.

Es el caso de Lara Rocha: le diagnosticaron el cáncer hace 2 años, cuando tenía 30 y aseguró con serenidad que "la gente suele preguntarse por qué a mí, pero para mí no fue una sorpresa, mi pregunta era: ¿por qué no a mí?".

Durante el tratamiento intentó seguir con normalidad su vida (estaba estudiando y siguió yendo a clases) y fue sometida a mastectomía, quimioterapia y radioterapia pero "en ningún momento, nunca, pensé que me iba a morir".

En mayo hizo tres años que operaron a Amparo Fandiño. Una ginecóloga no le dio importancia a los primeros síntomas, pero si su médico de cabecera, que la derivó de inmediato al especialista. "Al ver la cara del médico no necesité que me dijese nada", recordaba ayer al evocar ese momento en que "todo se hizo oscuro, para mí cáncer era sinónimo de muerte y con 53 años me sentía joven".

Intentó llevarlo con optimismo los primeros días, pero llevó mal la quimioterapia: "Fue un calvario, estaba siempre cansada, con todo el cuerpo dolorido, rezaba mucho porque soy creyente y Dios me ayudaba".

Sintió especialmente el calor de los trabajadores, voluntarios y directivos de la Aecc y hoy se encuentra "bien, puedo decir que he superado el cáncer pero reconozco que me dan miedo las revisiones". Su vida ha dado un giro (estaba en paro y hoy trabaja además de mantener un intenso programa de voluntariado) y reconoció que "el cáncer cambió mi vida, te das cuenta de que no eres eterna, que puedes morir, y es una maravilla después retomar tu vida. Yo puedo decir que de esto se sale".