Un libro sobre economía sin datos ni cifras, pero con humor y muchas ganas de ajustar cuentas. Fue el punto de partida de Antonio Baños Boncompain para su exitosa obra “La economía no existe”, todo un ataque a la econocracia desde su mismo punto de partida y con una invitación al lector: no se crea nada, cierre los ojos al espectáculo de la economía y tal vez logre entender algo.

—Afirma que esta crisis ha sido un ataque de agotamiento, un colapso por estrés.

—Si, un ataque de agotamiento de la misma economía como disciplina, como ciencia, porque hasta ahora dos modelos, dos “sectas” por así decirlo: liberales, keynesianos, sociodemócratas y liberales y más o menos parecía que el universo se restringía a esto y en esta crisis ninguno ha sabido exactamente qué soluciones dar.

—Realmente la economía es predictiva? Es capaz de predecir?

—Ah no, para nada, que va, Soros decía que tenía la virtud de la reflexibilidad, es decir, se va haciendo a medida que lo vas diciendo. Y eso pasa muy a menudo: ¿Se acuerda de Solbes, cuando negaba que había crisis? Porque sabía que cuando alguien dice algo en economía eso se cumple, tiene una función de autocreación. La idea dice que si nadie dice que hay crisis no va a pasar, osea que la capacidad predictiva no existe, sólo hay una especie de capacidad predictiva social: han de hacer ver que saben lo que va a pasar más que nada por una cuestión de orden social, de control social.

—También dice usted que el economista es un ser paradójico, obligado por momentos a mentir.

—Obligado siempre a mentir, si tu sabes que una empresa va muy mal pero tienes acciones de esa empresa no puedes decir que va muy mal, como economista tienes que mentir para poder mantener el precio, eso en un historiador que tuviera que mentir para mantener una tesis histórica sería horroroso, sin embargo los economistas tienen que mantenerlo; al ministro de Economía se le supone que no puede decir las cosas que sabe, osea, parece que se le exige a un experto en economía que no diga lo que sabe, lo cual es una paradoja absoluta en cualquier científico, por todo eso digo que la economía no es una ciencia.

—Y como otras iglesias también la economía está perdiendo fieles?

—Espero que sí pero no estaría seguro...

—Cómo refundarla, reconstruir o crear de nuevo si es lo que conviene?

—Yo he venido, como decía Jesucristo, a enfrentar el padre con el hijo, particularmente lo que me gustaría es que colapsara, que desapareciera, pero no creo que esté perdiendo fieles, al contrario: las religiones crecen cuando hay miedo, cuando hay una catástrofe, y cuando hay sequía el cura saca a la Virgen y todo el mundo va la procesión. Y ahora precisamente el lenguaje económico es el que más consenso genera, de hecho lo más sorprendente de esta crisis es que no hay ninguna contestación desde ninguna instancia, ni sindical ni laboral ni popular, no han apedreado ningún banco, lo cual me parece muy sorprendente porque sería una reacción lógica. Pero es que sucede justo al contrario, hay tanto miedo que al contrario: se ha creado mucha más fe en el lenguaje económico cuando menos predictivo y más inútil es.