Los trabajos de restauración de la Alameda de Pontevedra, iniciados hace ahora ocho meses, devolverán al principal parque de la ciudad el aire decimonónico con el que nació en 1882. Fue en ese año cuando los hermanos Sesmeros empezaron a levantar en torno al antiguo "Campo das Rodas" (donde los marineros de A Moureira trabajan las redes), algunos de los edificios públicos que acotan el recinto: Concello y Diputación Provincial, a los que se suman el viejo cuartel de San Fernando, la antigua Escuela de Artes y Oficios (hasta hace poco Delegación de Educación) y el actual instituto Valle Inclán.

Hasta ese momento, la Alameda do Arquitecto Sesmeros (como oficialmente se denomina), no era más que un campo de trabajo, en el que se desarrollaban varios oficios, principalmente el de la confección y arreglo de las redes de los marineros de San Roque. Sería en realidad dos siglos antes, cuando la funcionalidad de zona de recreo disputaría el terreno al viejo solar de trabajo. El Concello encargó entonces un par de fuentes de chafariz para el incipiente parque.

Los trabajos que ahora se realizan tienen como objetivo no sólo preservar la vegetación del jardín, sino también los elementos arquitectónicos que hicieron del mismo una de las grandes alamedas urbanas de la Galicia del siglo XIX.

Los canteros reconstruyen en estos días el pórtico que tuvo en su origen la escalinata de acceso desde la Avenida de Reina Victoria. Allí se levantan dos columnas de piedra labrada, que estarán coronadas por sendos leones pétreos, que originalmente se situaban en ese punto, pero que desde hace décadas adornan el vestíbulo de la Casa Consistorial.

Para concluir la reforma (que cumplía el pasado 31 de diciembre su plazo de ejecución), resta también reparar una de las joyas del parque: los históricos mosaicos de Carlos Sobrino, de 1927, que están siendo sometidos a un meticuloso proceso de restauración. Los 23 paneles de cerámica, confeccionados en una famosa fábrica sevillana, aquejaban serios daños a causa de su exhibición al aire libre, a la acción de los vándalos y de los meteoros.

La mejora que se está realizando en la Alameda tiene un coste de unos 812.000 euros. Se actúa en sus 1.350 metros cuadrados, en los que además se acomete la reposición de los viejos bancos, la instalación de nueva iluminación, restauración de los mosaicos, canalización subterránea de agua, saneamiento y electricidad, limpieza de todos los elementos de piedra, sustitución de las aceras de la calle Alameda y el acondicionamiento del palco de la música. Otras fases de la obra consistieron en la pavimentación del recinto con una capa de tierra que rebaja la altura anterior, eliminado de esta forma la sucesión de rellenos con los que hasta ahora se fueron poniendo parches al recinto. La responsable de la obra, Teresa Casal, mantiene la idea de instalar además un cafetín "más acorde" con el entorno, si bien será en una segunda fase de obras.