Diez de la mañana. Un centenar de vecinos de Salcedo se reúnen a las puertas del campo de fútbol en una convocatoria realizada sólo unas horas antes. “Esto é unha mostra de que, despois de seis meses de loita, o conflicto vai a máis, a xente está moi indignada” señala Fernando Pintos”, portavoz de la Plataforma de vecinos afectados por la franja de seguridad de la Brilat. El objetivo de los participantes en la marcha es comprobar el avance de las obras de los militares están llevando a cabo en la denominada “aldea afgana”, una reproducción a tamaño real de una población del país asiático, e intentar paralizar unos trabajos que consideran “ilegales”.

Los vecinos entienden que Defensa está construyendo estas instalaciones de entrenamiento sobre monte comunal, algo que niega el Ministerio desde donde se dice que las obras cuentan con todos los permisos y que el uso del terreno es militar. Además, los vecinos añaden que se construye una auténtica urbanización sobre un solar calificado como rústico no urbanizable. “Presentamos denuncias en todos lados, pero ninguén nos fai caso”, añade Pintos. “Se as aldeas en Afganistán son así, eu marcho a vivir para alá”, dice un vecino con ironía al observar las dimensiones de la supuesta aldea.

Tras un pequeño paseo se vislumbra por fin sobre una loma la futura aldea afgana y también las siluetas de varios policías nacionales a los que se les ha ordenado que impidan el paso al perímetro de las obras por parte de personal civil no autorizado. Pintos explica que la indignación vecinal va en aumento ya que en los últimos días la presencia policial es continua. No hace mucho que los vecinos de Salcedo podían caminar por el monte a sus anchas y ahora lo tienen que hacer en compañía de los agentes: “O outro día un veciño tivo que ir escoltado por dous policías ata a súa propiedade”, dice. Por eso asegura que cada vez son más los que se unen a ellos “reivindicando o monte e rechazando a opresión militar que están a sufrir os veciños de Salcedo”.

Ya en el límite de la “aldea afgana” los vecinos observan como los militares se encuentran trabajando a pleno rendimiento. Pintos asegura que lo que pretenden es terminar las obras “canto antes” y así consolidar su “toma de posesión” del monte. Temen que cuando los trabajos estén finalizados, en ese momento “dirán que os terrenos da base chegan ata aquí”, a unos dos kilómetros del cuartel que está ubicado en Figueirido y que también les afectará el temido perímetro de los 300 metros. Entonces comienzan a gritar las primeras consignas como “O monte e noso” e “fóra militares”, pero los agentes de la Policía Nacional les impiden el paso a la zona en la que se llevan a cabo los trabajos.

Los vecinos discutieron con la Policía Nacional sobre su derecho a moverse libremente por el monte y les recriminan que están protegiendo “unas obras ilegales”. Ellos les responden que sólo cumplen órdenes y, después de algún momento de tensión, policías nacionales y vecinos llegaron a un acuerdo para que los manifestantes pudieran continuar con su acto de protesta rodeando el perímetro de la “aldea afgana”.

Identificaciones

Se produjeron algunas identificaciones que los vecinos piden que no deriven en más sanciones: “¿Han hecho ustedes algo malo?, no, ¿verdad?, entonces no se preocupen”, dice un agente mientras toma los datos de los portavoces del colectivo.

Tras el nuevo asalto al pequeño Afganistán de Salcedo, esta vez frustrado; los vecinos emprendieron el camino de regreso a casa mientras los militares continúan con las obras a gran ritmo. “Esto xa non hai quen o pare”, reconoce Pintos. No obstante, los afectados están lejos de resignarse. El portavoz explicó a los vecinos que siguen adelante con sus reivindicaciones mediante tres líneas de actuación: La primera pasa por recuperar el mando en la comunidad de montes. Asegura que la actual directiva es la responsable de “non ser capaz de defender o patrimonio comunal e entregarllo aos militares de tal forma que hoxe incluso contan coa protección da Policía”. Para ello el martes remitirán la convocatoria de asamblea general que se celebrará el 9 de mayo. Luego iniciarán la batalla en los tribunales para reclamar la propiedad del monte sobre el que se asienta la base militar General Morillo. Por último, la tercera vía de actuación seguirá siendo la movilización social.

A la manifestación celebrada ayer le seguirá otra que esperan que sea multitudinaria y que tendrá lugar a finales de mayo -barajan como posible fecha el día 31- y en la que esperan implicar a numerosos colectivos sociales y culturales. Una protesta a la que quieren dar un toque festivo con la instalación de una carpa, grupos de gaitas, “pulpeira” y participación de personalidades del mundo de la cultura.

Advierten de que la franja de seguridad lejana llega a Fernández Ladreda

Fernando Pintos explica que acaban de finalizar un estudio en el que se fija sobre un plano la zona de afección de la franja lejana de seguridad de la base la Brilat, ya que hasta ahora sólo se está hablando del perímetro cercano, con un ancho de 300 metros.

Según Pintos, esta franja lejana abarca una superficie de 2.900 hectáreas - “igual que 6.000 campos de fútbol” - que estaría delimitada por los siguientes vértices: la calle Fernández Ladreda en Pontevedra, el nudo de O Pino, Bértola, Cotorredondo, el cruce de Cangas de la N-550 y la carretera a Moaña y la iglesia de Placeres.

Pintos asegura que en este área están incluidas miles y miles de viviendas y que, “según a lei,” las restricciones y las sanciones son similares a las que se imponen con la franja de seguridad cercana. Éstas van desde sanciones pecuniarias a derribos totales y parciales, según este portavoz vecinal. Añade que la franja limitará el desarrollo de todo este territorio, una zona de “expansión natural” de Pontevedra.