Desde que en la noche del pasado jueves un incendio devastase un edificio abandonado de la calle Teimón de Marín, al menos cinco familias de la zona viven bajo la incertidumbre de la resistencia del inmueble, del que sólo se mantiene en pie su vieja fachada de piedra. Las familias han sido desalojadas y han pasado la última semana acogidos por familiares o amigos. Sienten la necesidad de regresar pronto a sus casas, donde además de tener todos sus enseres, podrían recuperar la normalidad en sus vidas.

En esta situación se encuentran las familias de José Manuel Cortegoso y Dolores García, la de Javier e Isabel García, o la de Andrea López y sus hijos Mariano y Melina. Todos ellos vivían hasta el pasado jueves ante el edificio en ruinas y desde entonces están acogidos por familiares.

El riesgo de derrumbe afecta también al hostal “Marín”, cuya propietaria, María Cabadas, se siente “la mayor perjudicada” por el incendio. El siniestro no sólo ha afectado a su negocio, sino también a su propia vivienda, en la que el fuego rompió algunos cristales. María acoge en su hotel a una de las familias desalojadas.

“La noche del incendio pasamos mucho miedo; tuvimos que abandonar nuestra casa a eso de las doce de la noche sin tener claro qué ocurría”, relata José Manuel Cortegoso, quien con su mujer y su hijo están acogidos desde entonces en casa de su hija Loli.

Los afectados se quejan de la tardanza en el derribo del inmueble y de la poca seguridad que sufren desde entonces tanto residentes como viandantes.

La Policía Local se ha limitado a prohibir el acceso a la calle con unas cintas y unas vallas de obra pero, según explican los vecinos, “esto es una peregrinación constante de curiosos y morbosos”, afirma María Cabadas.

Su vecina Dolores García añade que también los chavales de la zona se adentran en el tramo de calle acotado, para ver las consecuencias del incendio.

Mientras, la propietaria de una parte del inmueble siniestrado, Esperanza Pazos, critica que el alcalde “no da señales de vida” desde la noche del incendio (hace una semana) y que al menos ella está conforme con la demolición del edificio. Falta por conocer la opinión de la propietaria del bajo del inmueble, a quien al parecer aún no han podido localizar.

Esperanza teme que la demolición le cueste un dinero del que no dispone. Aunque paga un seguro por la vivienda desde el año 1979 (cuando la adquirió), teme que las circunstancias del siniestro -sin aclarar, aunque todos los vecinos apuntan a un fuego provocado por chavales que accedían a los pisos abandonados-, no le permita cobrar la indemnización.