La enfermedad de párkinson suma cada año 20 nuevos afectados por cada 100.000 habitantes. Atendiendo a este promedio, en el área sanitaria de Pontevedra se diagnosticarían en torno a 40 incidencias de este tipo cada 12 meses. Una dolencia que parece ir en aumento debido al progresivo envejecimiento de la población. Este sábado día 11 se conmemora el Día Internacional de una patología para la que, a lo largo de los últimos lustros, se han descubierto avances que permiten en buena parte de los casos mantener una calidad de vida aceptable. La neuróloga Iria Cabo, médico recién incorporada al Complexo Hospitalario de Pontevedra, se ha especializado en esta dolencia. Recomienda a enfermos y allegados a vigilar posibles efectos vinculados a la aparición de la dolencia, como puede ser la depresión o el deterioro cognitivo.

-El párkinson es una de esas enfermedades cuyo conocimiento en la sociedad se ha producido sobre todo a lo largo de los últimos años, ¿responde esto a una mayor incidencia sobre la población?

-Sí que se observa en diversos estudios un aumento de la prevalencia de párkinson durante los últimos años. No obstante, esto posiblemente sea algo que tenga que ver con una mayor esperanza de vida y también a las mejoras que se han producido en el diagnóstico. Ahora se descubren más casos que hace unas décadas.

-¿Qué datos manejan sobre la repercusión de esta dolencia en el área sanitaria de Pontevedra?

-De Pontevedra en concreto no hay estudios que resulten completamente fiables. Pero la incidencia en general en Galicia se sitúa en torno a la veintena de nuevos casos por cada año y 100.000 habitantes. En España hay unas 100.000 personas afectadas, lo que supone un 2 por ciento de la población mayor de 60 años. La prevalencia en el norte de España es mayor que en las zonas del sur. De este modo, Galicia presenta en total alrededor de unos 10.000 casos de párkinson, es decir, un 10% del total.

-¿A qué motivos se le puede achacar la aparición de esta enfermedad?

-Se sospecha que hay una diversidad de factores que podrían derivar en su aparición. Serían factores genéticos, que se han identificado en un 5 o 10% de los pacientes, y ambientales. La enfermedad de Parkinson es un trastorno del sistema nervioso central que se caracteriza por la degeneración de un grupo de neuronas localizadas en la conocida como sustancia negra. Estas neuronas dejan de producir un neurotransmisor que se denomina dopamina y que es el responsable de enviar la información necesaria para el correcto movimiento de nuestro cuerpo. Cuando se produce una reducción de la dopamina aparecen los síntomas de la enfermedad.

-Da la sensación de que es sobre todo una dolencia que afecta a personas mayores, ¿cuál es el grado de afección en edades más tempranas?

-Popularmente se cree que el párkinson es una enfermedad de ancianos, pero no todos lo son. Sí es cierto que la posibilidad de sufrirla aumenta con los años, sobre todo a partir de los 60, aunque en torno a un 20 por ciento de los enfermos de párkinson son menores de 50 años. Asimismo, existe incluso una variante juvenil que afecta a menores de 15 años.

-¿Hasta qué punto son comunes los casos entre la población joven dentro de esta zona de Galicia?

-Casos de gente por debajo de 60 años sí que se ven. Pero de la variante juvenil son casos más esporádicos y contados. No hay, por suerte, una frecuencia tan elevada como en otros grupos de edad.

-¿Qué efectos conlleva la aparición de la enfermedad sobre la calidad de vida del paciente?

-La enfermedad es progresiva e incluso puede llegar a precisar de la dependencia de los familiares como cuidadores para poder realizar las actividades cotidianas. De todas maneras, solamente el 15 por ciento de todos los enfermos llega a padecer un grado de deterioro tan grave como para no valerse por sí mismo y verse confinado en una silla de ruedas. El problema motor puede derivar, evidentemente, en una disminución de la calidad de vida del paciente, pero existen otros efectos derivados de éste a los que también hay que prestar atención para evitar más complicaciones. Serían, entre otros, procurar evitar las caídas y las infecciones respiratorias o de orina, al igual que mantener una alimentación adecuada. Tampoco hay que olvidar los trastornos depresivos que puede conllevar y el deterioro cognitivo.

-El mayor número de diagnósticos se habrá traducido en el desarrollo de los tratamientos para hacer frente al párkinson, ¿cuáles son los avances más significativos que se han producido durante los últimos años?

-Es muy importante saber, tanto para el paciente como para su familia, que, aunque no haya una cura para el párkinson, sí se dispone de tratamientos eficaces para controlar los síntomas. Mediante ellos se puede controlar o dilatar al máximo el paso a fases más avanzadas de la enfermedad. De modo que un buen seguimiento por parte del neurólogo, junto a una adecuada mediación, lleve a controlar la enfermedad. Hay disponibles numerosos fármacos antiparkinsonianos, por vía oral o la más moderna a través de un parche. Quizás la cirugía sea lo más novedosa y por lo que más se optando en estos momentos.

-Y sobre la prevención, ¿hay realmente algo que se pueda hacer para reducir las posibilidades de padecer párkinson?

-Existen muchos estudios al respecto que indican cómo la prevención puede llegar a través del consumo de fármacos antiinflamatorios, determinadas vitaminas, o algún tipo de sustancias para buscar un efecto neuroprotector que ayude a no desarrollar la enfermedad en el futuro. Sin embargo, a día de hoy, ninguno de estos estudios ha obtenido resultados concluyentes. Realmente no hay ningún tratamiento preventivo para evitar la presentación de la enfermedad.