Pontevedra vive un auténtico drama de salud pública a menos de cinco kilómetros del centro urbano. La parroquia de Salcedo y la vecina de Bértola, en Vilaboa, podrían estar siendo el escenario de la cara oculta de las nuevas tecnologías. La realidad comprobada es que en los lugares de A Esculca, Carballa y Saxosa ya han fallecido dos personas a causa del cáncer y otras ocho son víctimas de esa terrible enfermedad. Los lugareños miran hacia las tres estaciones de telefonía móvil y una gran torreta de alta tensión instaladas en las proximidades de las viviendas, entre 50 y 300 metros.

Los problemas comenzaron hace unos diez años, poco tiempo después de que los repetidores entrasen en funcionamiento.

Los vecinos de estos lugares viven entre la inquietud y el miedo, y se sienten indefensos ante la preocupante situación. Exigen a las autoridades que se haga cuanto antes un estudio epidemiológico.

Benito Acuña vive a menos de 100 metros de las antenas, y ha sido el último en sentir de cerca el bofetón del carcinoma, que afecta a su propio hijo. "Eu teño un chaval moi novo metido no problema (no quiere nombrar la enfermedad). Xa morreron dous por aquí. El vive alí, debaixo das antenas. É un desastre, agora xa lle afecta á xente moza. Non quero falar moito mais, é moi duro para nós. Nós quixémonos manifestar cando puxeron esto aquí (las estaciones de telefonía móvil) pero a Comunidade de Montes o aprobou e así ata agora. Estánnos jodendo a vida", lamenta.

Las antenas poseen la licencia urbanística, pero no cuentan con el permiso específico para la actividad que desarrollan. El vacío legal existente en este campo y la aprobación del Gobierno para la implantación masiva de estos emisores de ondas electromagnéticas permitieron que este y otros "complejos" similares se hayan levantado en muchos lugares próximos a la población.

Dos muertes y ocho casos de carcinomas manifestados en formas muy diversas han provocado la zozobra entre los vecinos de la zona.

Los más cercanos al lugar del supuesto riesgo viven a unos 15 metros de la torreta de alta tensión y a unos 25 de la primera de las antenas. Se trata de una familia de abuelos, hijos y nietos. La mayor lamenta los extraños problemas que atacan a su nieta. "A neta ten problemas moi raros. Ten catro anos e xa naceu con esto aquí. Ás veces o riñón, outras ó fígado, problemas de respiración e infeccións que non son normales nunha nena pequena".

Su hija se queja amargamente de la situación. Explica que mientras la Comunidad de Montes está cobrando un dinero anualmente después de permitir la instalación de las estaciones, ahora sean otros los que estén pagando las consecuencias.

Salud y dinero

"Por mucho que protestes no sirve de nada. Esto va en contra de la salud y está al lado de mi casa. Y otros están cobrando por ello y viven muy lejos", señala.

El abuelo, por su parte, manifiesta el temor con el que viven a diario, pero al mismo tiempo ve la vertiente económica, que también es importante.

"Nós perdemos en todo. A saúde é o primeiro, e xa vedes o que hai. Ademais, si queres vender aquí ninguén che vai dar nada. Non hai quen queira vivir en sitios con antenas como este, é normal", concluye.

La opinión de la calle, en su mayoría, coincide con los vecinos. La gente está sensibilizada y la mayoría cree firmemente en que la cercanía de este tipo de emisoras de ondas electromagéticas es nociva para la salud.

Los vecinos ya han dado el primer paso al denunciar la situación ante los concellos de Pontevedra y de Vilaboa. Para muchos por desgracia ya es demasiado tarde. La Asociación Pola Defensa da Ría ya se ha manifestado en apoyo de los afectados.

Unos 150 vecinos viven expuestos directamente al problema, y la incidencia del cáncer cercana a un 10 por ciento sería desmesurada. El estudio epidemiológico podrá ofrecer algo más de luz, aunque casos similares al de estas personas han caído en el olvido en otros lugares.

Por su parte, Carmen Regueira y Rogelio Acuña viven al otro lado de la autopista, en el lugar de A Esculca. Desde el balcón de su casa tienen una visión "privilegiada" de las estaciones de telefonía móvil y de las casas que rodean la colina. Carmen, que formó parte de la Comunidad de Montes años atrás, nos relata la situación con desesperación.

"Alí morreu un, aquí detrás da miña casa outra señora. Hai un chaval xoven, duns trinta anos, que ten eso (cáncer), e naquela casa (señala donde vive Benito Acuña) hai outro rapaz, que llo acaban de descubrir", comenta. Todo ello en un radio de acción de apenas 300 metros.

Rogelio no ve una solución cercana al problema y piensa que deben unirse y actuar. "Temos pánico, pero con iso non solucionamos nada", asegura.

Oposición vecinal

Cabe recordar que en junio del pasado año los vecinos de Santa Lucía en Moraña se movilizaron para denunciar el gran número de casos de cáncer, que a juicio de los afectados, había en la zona.

Según la portavoz vecinal, Beatriz Diz, se habían detectado 50 casos en apenas 130 habitantes de cinco calles.

La oposición vecinal en la comarca a la instalación de antenas de telefonía móvil es un hecho. Recientemente, la población de Arra, en Sanxenxo, con sus protestas logró anular la concesión de una licencia cuando ya se había construido la base para su instalación.

Estos días en Moaña, también hay oposición por el mismo tema. Las compañías de telefonía quieren instalar seis nuevas antenas en la villa morracense y el concello se encuentra ante el reto de cómo va a resolver las solicitudes de nuevas antenas que están provocando una fuerte contestación social.