Salcedo fue ayer un clamor contra la ocupación militar de los terrenos que rodean el cuartel de la Brilat. Al grito de "Fora!, O monte é noso!", un centenar de vecinos buscó por primera vez el enfrentamiento directo con los militares de la base General Morillo, al adentrarse en la zona de monte comunal que el Ejército viene utilizando desde hace décadas para sus entrenamientos. El terreno afectado está claramente señalizado como zona militar y hasta ayer los vecinos no se habían aventurado a entrar, a pesar de reclamarlo como propio.

Unas obras de desmonte y los movimientos de tierra que el Ejército está acometiendo en el lugar de A Armada, motivó la indignación de los residentes, que ven como se deteriora el hábitat rural, se destrozan pistas forestales ahora convertidas en auténticos lodazales y se aproxima la zona de entrenamiento militar hasta escasos dos metros de las propiedades privadas.

La comisión de afectados había anunciado esta incursión para las cuatro de la tarde de ayer. En el camino de acceso al recinto esperó a los manifestantes una patrulla militar, cuyos soldados informaron a los vecinos de la prohibición de adentrarse en el terreno.

La respuesta de los afectados fue contundente: "¡No queremos ver aquí ni una máquina más, si no vamos nosotros allá (al cuartel) y saltamos la valla. Se lo dices a quien te manda!", espetó a la Policía Militar el portavoz de los vecinos, Fernando Pintos.

A partir de ese momento los manifestantes continuaron adentrándose de forma decidida en el terreno, descubriendo los "destrozos" que se están realizando en la parroquia. El paisaje que iban encontrando a su paso soliviantaba cada vez más a los vecinos: "Isto é unha vergonza!", Destrozan o monte de Salcedo, están acabando con todo!", declaraban.

Intentos de detenerlos

Las patrullas militares hicieron otros dos intentos de detener la marcha vecinal en su avance hacia las propias puertas del cuartel, sin conseguirlo. Los soldados se iban replegando a medida que los vecinos se acercaban a las patrullas, a cuyos integrantes advertían que no se iban a detener.

Tras una caminata de más de una hora por los terrenos afectados, los manifestantes llegaron hasta una de las puertas de la base militar, detrás de las cuales los soldados habían decidido refugiarse.

Requirieron además la presencia de la Policía Nacional, que custodió los accesos al cuartel y patrulló las inmediaciones del monte que origina el conflicto. La presencia de la Policía indignó más a los vecinos. "A quen defendedes, aos veciños ou aos militares que estragan o monte?", les recriminó una mujer.

En el recorrido por el terreno, los afectados pudieron comprobar cómo en los caminos de la zona militar se acumula escombro de obra ("si o facemos nós nos multan!", protestaron) y como los lodos del desmonte rodean unos petroglifos y un sepulcro megalítico.