Es posible que el recuerdo se parezca a los árboles: mientras tenga raíces, tendrá flores. Es un pensamiento compartido en buena medida con los cientos de pontevedreses que ayer se acercaron hasta el mercadillo de A Ferrería para hacerse con ramos de crisantemos, gerberas, rosas y gladiolos con los que adornar los panteones de la comarca.

Un año más, los crisantemos de todos los colores (especialmente blancos) fueron las estrellas de la jornada. "Son los más tradicionales", explica una vendedora, "y la mayoría suele pedirlos aunque después compre flores de otro tipo".

Las compradoras (en su gran mayoría son mujeres) optan mayoritariamente por flores en manojos, bien porque realizan ellas mismas los centros o porque simplemente prefieren adornar la tumba con un sencillo ramo.

A primera hora los crisantemos se vendían en el mercadillo de A Ferrería y en el Mercado de Abastos a 1,50 la unidad, al igual que las rosas, mientras que las gerberas costaban un euro, los claveles cinco euros la docena y nueve euros si se optaba por un manojo de diez gladiolos.

Y todos los años el mercadillo más alegre del año sirve en realidad para encubrir mucha tristeza: "Levo estas rosas para niña nai", explica disimulando la emoción una de las compradoras, "gustábanlle moito pero foi unha muller que traballou arreo toda a súa vida e que non se podía permitir moitos luxos así, a pobre tivo moi poucas rosas en vida".

Unas bonitas gerberas naranjas para un niño y pequeños claveles que una estudiante compra para el panteón de su abuela. "Cada compra suele ser algo muy personal, muy pocos vienen a comprar a granel, la mayoría tiene detrás una historia", explica una de las vendedoras que ayer llegó a A Ferrería de madrugada para instalar su puesto.

El mercadillo de flores continuará hoy, mientras que el Mercado de Abastos permanecerá cerrado en jornada festiva. Le preguntaron a Confucio por qué compraba arroz y flores. "Compro arroz para vivir", les dijo, "y flores para tener por qué vivir".