Política Territorial desconoce aún la fecha aproximada para que las obras de conversión de la vía rápida en autovía do Salnés sean una realidad, pese a que hoy comienza de lleno la temporada de vacaciones. En el departamento que dirige María José Caride no se atreven a dar una fecha aunque aseguran que todavía se está en plazo porque "la conselleira afirmó que las obras concluirían en verano y todavía quedan dos meses y medio".

Las obras están aún lejos de terminar pues no sólo queda pavimentación, colocación de barandillas y señalización, o pintado, sino que todavía es preciso fijar una fecha para las pruebas de carga, especialmente en viaductos u otras zonas que puedan correr riesgo para la seguridad.

Mientras tanto, los veraneantes del mes de julio empiezan a notar los efectos de las obras en una vía rápida, cuya señalización de obra deja bastante que desear, especialmente en relación con desvíos y entradas y salidas de la misma.

Jorge Domínguez, alcalde de Meaño y presidente de la Mancomunidade de O Salnés, criticó ayer mismo a los directores de la obra por su "improvisación" respecto al cierre y apertura de accesos para facilitar las obras.

Asegura Domínguez que los turistas y visitantes están encontrándose con importantes problemas para acceder a los distintos puntos de la comarca debido a las caóticas indicaciones que se les facilitan.

De todos modos, esta semana todavía no se producirán los mayores trastornos del tráfico, pues los días de más volumen corresponden con el sábado y domingo.

Los usuarios esperan que, como el año pasado, Tráfico diseñe un operativo especial para dar fluidez a esta carretera, sobre todo en el retorno de las playas.

El pasado año, pese a que las obras ya habían comenzado, se habilitó un tercer carril para que los coches pudieran regresar en paralelo, lo que alivió sobremanera la situación.

Este año también sería posible, salvo en algunos puntos de la autovía que todavía están en obras, si bien aún no se anunció dicho dispositivo, especialmente eficaz en el mes de agosto.

Las obras de la autovía que construye una UTE tienen un coste de 42 millones de euros y consiste en la duplicación de la calzada que pasa a tener cuatro carriles, dos en cada sentido, en un tramo de 17 kilómetros, desde Curro (Barro) a Sanxenxo.

El compromiso de la Xunta es ampliar los otros siete kilómetros que restan hasta el municipio de O Grove, si bien este proyecto está muy verde.

La Xunta tampoco quiso ayer anticipar si se prevé la apertura de alguno de los nuevos tramos de la autovía, sobre todo teniendo en cuenta que desde Curro a Ribadumia, los trabajos están muy avanzados, e incluso ya se ha pintado la señalización horizontal en todo este recorrido.