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Pulpo, paseos y terrazas en el primer domingo de confinamiento

En el cuarto días de restricciones, los ourensanos tomaron la calle e hicieron "turismo" en su propia ciudad

Los ourensanos están viviendo el primer puente del Pilar de su historia con restricciones sanitarias, lo que les impide no solo coger el avión para hacer un viaje corto fuera de la ciudad, sino saltarse el perímetro del municipio, salvo si es para ir a Barbadás, en iguales circunstancias sanitarias.

Así que ayer el Ourense confinado vivió su primer fin de semana de restricciones en la calle, dejando imágenes bien distintas y distantes según las horas del día. En la madrugada del domingo el centro urbano era un desierto, la réplica de lo que fue el Ourense en cuarentena, y la zona de "marcha nocturna", vacía, era el escenario idóneo para rodar un thriller de suspense.

Apenas doce horas después, a mediodía del domingo, la ciudad recuperó su ritmo y sus vecinos salieron a disfrutarla, con otra mirada. Mientras que más del 90 de los pequeños bares y cafeterías que carecen de terrazas externas permanecían cerrados, al estar prohibido el consumo en el interior, los veladores de San Lázaro, Alameda o Plaza Mayor estaban a rebosar, respetando claro está el máximo de cinco personas por mesa y la distancia entre los grupos que marca la normativa.

El Covid ha suspendido desde el jueves muchas cosas, la vida cultural, la deportiva, los conciertos, los abrazos o las salidas al pueblo, pero no consiguió acabar con el pulpo. Ayer pulpeiras como Teresa, fija cada domingo en Oira, salpicaron el mapa urbano, ya superada la duda inicial sobre si estaría permitida su presencia tras el decreto de restricciones sanitarias que afecta a Ourense, y hubo colas en muchos de estos puestos, para disfrutar del rey de la gastronomía.

El concejal de Comercio había planteado los posibles riesgos que iba a suponer este tipo de puestos en la calle, pero finalmente las "pulpeiras" ganaron la partida, pues "seguimos todos los protocolos y más, y el producto se encuentra en agua hirviendo. Es imposible una mayor garantía de higiene" afirman .

Como la normativa no ha supuesto el cierre por ahora de zonas verdes, la complicidad climática ayer con esos 21 grados de máxima, consiguió también devolver la vida a los paseos ribereños e hicieron posible que muchas bicicletas abandonaran el desván y volvieran a salir a la calle.

En centros como Pontevella se mantuvieron abiertas las ofertas de ocio y cine. Hoy abrirán en el resto de la ciudad durante unas horas los supermercados. También siguen abiertos los hoteles pero reconocen que "no hay clientes. Se suspendieron todas las reservas tras el decreto sanitario", indican desde el Hotel Os Carrís de Ourense. La misma respuesta que la mayoría de los hoteles del centro.

También el presidente de la Unión de Hosteleros de Ourense, Javier Outomuro señaló que no había mejoras en cuanto las afluencias previstas para el día festivo de hoy. "Los pocos locales que abrimos seguimos con reservas bajo mínimos. Vamos a abrir porque somos negocios familiares, en otro caso no compensaría pagar sueldos, con dos o tres mesas ocupadas".

Pero mientras todos los sectores se sienten tocados por la crisis, con medio país enganchado al recuento de la evolución de la situación sanitaria, para predecir una mejor futuro para su empresas, seis parejas de Ourense pasaron de las restricciones y decidieron cambiar de estado civil, asándose en el Concello.

Seis bodas, nada menos, como la que muestra la fotografía superior que mantuvieron el calendario previsto, pese a que tendrán que diseñar una luna de miel doméstica, como mucho un paseo hasta el centro comercial de Barbadás. Otro mensaje que deja la pandemia, aprender a disfrutar del Miño como si este fuera una sucursal de las Maldivas.

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