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Juan González, de Chandrexa a "obispo" de los 250.000 católicos de Hawassa, Etiopía

"A mis casi 76 años me siento como aquel viejo sargento que tenía sus armas en la vitrina y le dicen: ¡Quítales el polvo y a la refriega!", reconoce este misionero comboniano

El padre Juan González Núñez, en una foto retrospectiva en un poblado gumuz. // FdV

El sacerdote Juan González Núñez, natural de Chandrexa de Queixa (Ourense), acaba de ser designado Administrador Apostólico de Hawassa; es decir, que se le han conferido labores de obispo de esa diócesis, la más grande del sur de Etiopía y con un mayor número de población cristiana. "Bueno, aclare esto: hago funciones de obispo pero sin serlo y por un determinado periodo de tiempo", puntualiza.

Este misionero comboniano, que llegó a ser superior de la orden en España y que ha jalonado su labor evangelizadora, y sobre todo ayuda, siendo la voz de los más desprotegidos, formó parte de una de las primeras misiones cristianas en la tribu de los Gumuz en Etiopía, "una de las más pobres y marginadas de aquella nación", reconoce. Una apuesta personal y como religioso que le obligó incluso a aprender un dialecto ignoto, que por entonces carecía de traducción. Ahora asume desde el día 29 de septiembre las labores de obispo de la diócesis de Hawassa; eso sí, sin salir de ese corazón de Etiopía que se ha convertido en su casa elegida.

"En esa diócesis, los católicos son 250.000 sobre una población de unos 6 millones de personas, un porcentaje pequeño proporcionalmente pero son influyentes. El resto son ortodoxos, protestantes o musulmanes", explica. Ese nuevo cometido en su dilatada agenda de compromiso personal por aquellos que nada tienen se produce cuando está a punto de cumplir los 76 años.

"Me siento como aquel viejo sargento que tenía en la vitrina de su casa viejas espadas y pistolas como trofeos de viejas batallas. Y de pronto se le dice: "Quita el polvo a todo eso, cíñete tus cananas y salta al grueso de la refriega", relata en una carta a sus amigos este misionero, escritor, director durante varios años de a revista "Mundo Negro" y un sinfín de cargos, que sobre todo se reconoce desde hace décadas entregado a ese pueblo Gumuz. El mismo que no tenía en sus vocabularios la palabras "perdón" o "pecado"".

"Hawassa, en el sur de Etiopía, es la diócesis más grande de la nación en cuanto al número de católicos y seguramente también la más compleja. Es una zona y un etnia que hace unos meses ha adquirido el estatuto de Estado Regional, es decir de Autonomía tras años de luchar por ello y es relativamente rica debido al café", explica el religioso. Cuenta que trabajó en esa diócesis de 1977 a 1981 "siempre he mantenido contactos y conozco a sus sacerdotes. Pero yo los últimos 15 años he trabajado entre los Gumuz, una de las tribus más marginales y pobres de la nación, en la frontera con Sudán y allí me gustaría seguir trabajando", indica en un adelanto de la voluntad de servicio a la labor que le encomiendan pero aclarando que es en esa tribu doblemente estigmatizada cuando llegó por primera vez, por su condición de pobreza, donde volverá cuando acabe este nuevo cometido.

"Acepté este cargo, un poco a destiempo, por sentido de servicio a la Iglesia. Diríamos que, cuando no tenía ningún motivo humano para aceptar, pensé que era Dios el que estaba detrás de semejante petición", revela el misionero ourensano en una larga carta enviada a sus amigos y en la que explica la sorpresa recibida en este momento vital.

Reconoce que "en mi servicio se ha presentado un desafío inesperado. Cuando ya estaba acomodado a la vida de la misión entre los gumuz, reduciendo mi actividad a medida que las fuerzas me iban fallando, he aquí que bruscamente me sacan de esa rutina para un cargo que a todas luces considero superior a mis fuerzas el de administrador (sede vacante) del Vicariato de Hawassa" explica. El niño Juan que sorprendió a sus padres al decirle que iba a tomar los hábitos y luego al confesar que su misión estaría muy lejos de casa, no ha dejado de ponerse retos. Ahora "obispo" a los 76 años, "una edad en la que si fuera obispo de verdad, ya tendría que jubilarme", bromea.

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